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Una mancha que parecía inofensiva y un bulto del tamaño de una uva cambiaron la vida de Rebecca Turner para siempre. Lo que comenzó como una pequeña preocupación estética terminó convirtiéndose en una batalla médica que hoy, a sus 46 años, lucha con determinación y con un mensaje urgente para quienes aún subestiman el cáncer de piel. Su historia es una advertencia sobre cómo un síntoma aparentemente menor puede esconder una enfermedad silenciosa, agresiva y letal.
Rebecca, residente de Barry, en Gales del Sur, notó por primera vez una mancha clara en la piel en noviembre de 2021. No parecía gran cosa, era un pequeño cambio de color, una molestia menor. Durante semanas lo ignoró, hasta que la mancha comenzó a oscurecerse, picar y transformarse.
Con el tiempo apareció un bulto de cerca de un centímetro. Intentó apretarlo, pensando que podría tratarse de una infección, un quiste o incluso un grano, pero nada pasó. “No era un lunar. No era nada que reconociera”, recordó. Lo que tampoco sabía era que estaba frente a un melanoma nodular, una de las formas más agresivas y rápidas del cáncer de piel.
En junio de 2022, apenas siete meses después de notar la mancha, los médicos confirmaron el diagnóstico: melanoma en estadio dos. La noticia la derrumbó por completo. “Era como si le estuviera pasando a otra persona. En cuanto oí la palabra ‘cáncer’, pensé que iba a morir”. Pasó aquel fin de semana llorando en silencio, intentando ocultar el miedo a su hija adulta. Creía que su vida estaba a punto de terminar.
Rebecca se sometió a tres cirugías para retirar el tumor, los tejidos cercanos y los ganglios linfáticos. Luego entró en un proceso de vigilancia estricta con escáneres de cuerpo completo y revisiones dermatológicas cada tres meses. Pero el alivio no duró mucho.
En enero de 2025, las imágenes revelaron algo inquietante, había un nódulo sospechoso en su pulmón. En julio confirmaron lo peor, el tumor había triplicado su tamaño y el melanoma había avanzado a estadio cuatro, con metástasis.
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A principios de octubre debieron extirparle una parte del pulmón derecho para detener la propagación. “Jamás pensé que algo en la piel podía acabar en mis pulmones”, dijo a The Sun con voz quebrada. Ahora recibe inmunoterapia como parte de su tratamiento.
Rebecca insiste en que el melanoma no es un cáncer menor ni una simple lesión que se elimina y listo. “La gente cree que lo extirpan y ya está. Pero no es así. Ningún cáncer funciona así”, afirmó. En su grupo de apoyo escucha constantemente comentarios que minimizan la gravedad del melanoma, lo cual atribuye a la falta de educación y conciencia pública.
La Organización Mundial de la Salud confirma que estos cánceres pueden diseminarse rápidamente a órganos vitales si no se detectan temprano.
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Después de hablar con sus médicos, Rebecca cree que su cáncer pudo originarse por una exposición prolongada al sol sin protección durante su niñez. “Cuando era niña nunca usábamos protector solar. Y de adulta lo usaba mal”, explicó.
Señaló que, normalmente, antes de los viajes aplicaba solo factor 20 o 15, reduciendo la protección a medida que avanzaban las vacaciones. Incluso llegó a usar SPF 2, un nivel prácticamente inútil. Ahora da recomendaciones claves a las personas:
Tras superar la cirugía pulmonar, Rebecca intenta reconstruir su vida entre tratamientos, controles médicos y una fuerte apuesta por la educación del público.
Se ha convertido en vocera involuntaria del melanoma, compartiendo su historia para alertar a quienes todavía descuidan su piel. “Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, mi historia habría sido diferente. Ojalá nadie más pase por esto pensando que es solo una mancha”.
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Noticias Caracol.