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Enterró el cadáver en el patio de la casa donde vivían y les dijo a sus demás familiares que el hombre había sido cremado.
Durante 12 años Barbara Coombes se guardó un secreto: en 2006 tomó una pala, cegada por la ira al recordar los abusos, y golpeó a su padre de 87 años al punto de causarle la muerte; le cortó la garganta con la parte filosa de la herramienta.
Pero nadie sabía del caso hasta que ella misma fue a una estación de Policía de Reino Unido y confesó que en el patio de su propia casa reposaban los restos de su progenitor. Las autoridades llegaron hasta el sitio para hallar el cadáver.
Ante los investigadores señaló que fue víctima de violencia sexual desde los 5 años hasta los 50, época en que no aguantó más y estalló al ver entre las pertenencias las fotos de ella desnuda y de otros bebés, situación que le hizo pensar que ella no era la única víctima.
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Un juez la envió a la cárcel y tendrá que pagar una condena de 9 años. Si bien no la declaró inocente, sí se basó que el crimen había sido motivado por una vida llena de abusos que pudo haber afectado su estabilidad emocional, revela el diario The Guardian.
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