Los agentes fueron alcanzados por error durante una operación contra los insurgentes en la provincia de Helmand.
Un bombardeo estadounidense contra los talibanes acabó con la vida de dieciséis policías afganos, alcanzados por error el viernes en la provincia de Helmand (sur) durante una operación contra los insurgentes, un fallo que atiza todavía más el rencor hacia las fuerzas extranjeras.
El ataque aéreo, confirmado por las fuerzas estadounidenses en Kabul, tuvo lugar el viernes hacia las 17H00 y "murieron dieciséis policías afganos, entre ellos dos comandantes", indicó este sábado un portavoz de la policía de Helmand, Salam Afghan.
Los policías habían terminado de rastrear el pueblo de Pachava, en el distrito de Gereshk, a 150 km al oeste de Kandahar y "de expulsar a los talibanes cuando los estadounidenses bombardearon", explicó.
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El portavoz del ministerio de Interior en Kabul, Najib Danish, contactado por la AFP, dio cuenta de un balance de doce muertos, pero el portavoz del gobernador de Helmand, Omar Zwak, confirmó que dieciséis policías habían muerto en la línea del frente contra los talibanes.
Según Salam Afghan, "media hora antes los talibanes todavía estaban allí pero las fuerzas afganas habían recuperado el control de la zona cuando ocurrió el bombardeo".
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"No fue deliberado, se apuntó a los policías por error", insistió. El ministerio de Interior envió una delegación al lugar para que lleve a cabo una "investigación completa de los hechos", aseguró Danish.
La operación y el error fueron admitidos por las fuerzas occidentales en Kabul el viernes por la noche en un comunicado, en el que indicaron que "disparos aéreos provocaron la muerte de fuerzas afganas amigas que estaban reunidas en un campo", aunque no aportaron ningún balance.
La misión de la OTAN precisó que los tiros habían tenido lugar en "una zona del sur de Afganistán, en gran parte controlada por los talibanes" y anunció la apertura de una investigación interna, al tiempo que transmitió sus condolencias "a las familias golpeadas por este desafortunado acontecimiento".
Opio y Marines
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Gran parte de la provincia de Helmand está en manos de los talibanes, mientras que en los territorios que escapan a su control se viven intensos combates, pues la provincia produce el 85% del opio afgano, principal fuente de ingresos de los insurgentes a través de las tasas que imponen a los agricultores.
Para contener a los talibanes, 300 Marines estadounidenses fueron desplegados en abril en la base de Camp Bastino, al norte de Lashkar-Gah, la capital provincial.
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A principios de semana, apoyaron a las fuerzas afganas para retomar un distrito clave, Nawa, al sur de Lashkar-Gah. Este distrito cayó en octubre en manos de los talibanes, lo que puso en riesgo el aeropuerto regional y comportó la suspensión de los vuelos comerciales.
Dentro de la coalición occidental, las fuerzas estadounidenses son las únicas que llevan a cabo bombardeos aéreos contra los talibanes y el grupo yihadista Estado Islámico.
Pero, con el paso del tiempo, los repetidos fallos de las fuerzas extranjeras han alimentado la ira de la población.
El último incidente de magnitud, ocurrido en febrero de 2017, acabó con la vida de 18 civiles de Helmand, según la Misión de Naciones Unidas en Afganistán (Manua).
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En noviembre, un bombardeo en principio dirigido contra altos responsables talibanes en la región de Kunduz (norte) causó 32 muertos y 19 heridos, incluyendo numerosas mujeres y niños, según la Manua.
Y el 14 de julio, fuentes locales anunciaron que ocho civiles afganos habían resultado heridos en un bombardeo aéreo en Uruzgan (al norte de Helmand), atribuido a "fuerzas extranjeras".
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Sin embargo, un portavoz militar estadounidense rechazó estas acusaciones y afirmó que "no se realizó ningún bombardeo ese día en la provincia de Uruzgan".