La guerra comercial incluye tarifas del 25% por parte y parte, las cuales entrarán en vigencia la misma fecha, el 6 de julio.
La guerra comercial sino-estadounidense, relanzada con el anuncio de nuevos aranceles en Estados Unidos a las importaciones provenientes de China, amenazan con fragilizar aún más la economía del gigante asiático que comienza a dar signos de desaceleración.
Los aranceles de 25% sobre productos por 50.000 millones de dólares decretados el viernes por el presidente estadounidense Donald Trump, "amenazan los intereses económicos y la seguridad de China", reconoció el ministerio de Comercio de este país.
Pekín respondió al anuncio de Trump imponiendo aranceles "idénticos" a los impuestos por Estados Unidos, asegurando al pasar que "China no quiere una guerra comercial".
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El enfrentamiento entre las dos primeras potencias económicas se produce cuando la administración china del presidente Xi Jinping intenta controlar la deuda pública, que representa más del 250% del PIB, lo que ya pesa en el crecimiento económico.
"El conflicto comercial se agrava cuando las dudas sobre las perspectivas económicas de China se refuerzan", dijo Mark Williams, economista de Capital Economics.
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China registró en mayo una desaceleración de la producción industrial y una clara caída de las inversiones y el consumo. Las condiciones de acceso al crédito se hicieron más rígidas. Éstos son signos inquietantes para China que intenta ser menos dependiente que en el pasado del comercio exterior.
La expansión de la economía china caería en 2018 a 6,6% y a 6,4% en 2019, una desaceleración sensible en relación al 6,9% de crecimiento de 2017, advirtió en abril el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Un alza de los aranceles y barreras no aduaneras podría ensombrecer los mercados, perturbar las cadenas de producción (...) reducir la productividad mundial y la inversión", se inquietó el FMI.
Las exportaciones, motor tradicional de la economía china, se expandieron 12,6% en mayo, un poco menos que en abril, pero mejor de lo esperado, mientras que las importaciones se dispararon 26% en un año.
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Pekín anunció el viernes que a partir del 6 de julio, cuando empiecen a regir los aranceles decididos por Trump, impondrá aranceles a productos estadounidenses, incluidos productos agrícolas como la soja, o los coches, por un monto equivalente a 34.000 millones de dólares en importaciones.
"Habrá un impacto sobre el crecimiento, en China, en Estados Unidos y en otras partes", estimó Louis Kuijs, analista de Oxford Economics.
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"El aumento de la incertidumbre y los riesgos pesará en la confianza de las empresas y la inversión", agregó.
La desaceleración de los créditos bancarios, sector bajo estrecha vigilancia por el Estado que busca frenar el endeudamiento chino, provocó según los analistas una caída de la inversión y pesa en el consumo de los hogares chinos.
Las ventas minoristas aumentaron en mayo 8,5% en un año, pero este avance fue muy por debajo del desempeño de abril (9,4%) y de marzo (10,1%).
Las inversiones en capital fijo, reflejo del gasto en las infraestructuras y el sector inmobiliario, aumentó 6,1% en un año para el periodo enero-mayo, su crecimiento más bajo desde 1999.
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Otra fuente de inquietud es el intervencionismo del Estado, criticado regularmente por los economistas: "la reticencia del gobierno a dejar las fuerzas del mercado determinar" el rumbo de la economía china contribuye a desacelerar el crecimiento, analiza Mark Williams.
En consecuencia, "el crecimiento económico de China probablemente se debilite la próxima década", advirtió.
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