Cada una de sus palabras es escuchada por billones, católicos o no, en el mundo pues su mensaje llega a rincones insospechados. Con paso lento pero sólido ha liderado la transformación de una Iglesia manchada por escándalos. Ya sea hablando de cosas prácticas, como la necesidad de agilizar los procesos de anulación de los matrimonios, o recordándole al mundo con su encíclica ‘Laudato Si’ la necesidad de proteger el medio ambiente.
Se adentró en temas espinosos de la religión como el aborto. Concedió que los sacerdotes absuelvan este pecado a quienes “estén arrepentidos de corazón”, un paso gigante para una institución tan conservadora.
También se ha untado de pueblo. Este año viajó a Filipinas y Sri Lanka en enero, Sarajevo en junio, Ecuador, Bolivia y Paraguay en julio; Kenia, Uganda y República Centroafricana en noviembre.
Pero el más significativo fue el periplo a Cuba y Estados Unidos en septiembre. No solo porque lo hizo tras el anuncio del descongelamiento de las relaciones sino porque fue él mismo quien jugó un papel fundamental, tras bambalinas, en el acercamiento entre Raúl Castro y Barack Obama.
Discreto también fue el apoyo dio al proceso de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano. “No tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz”, señaló a la prensa al ser interrogado sobre el tema. Quizá nunca se sepa, pero su papel ha ido más allá de apoyar moralmente las negociaciones.
En la retina queda el recibimiento con honores al sumo pontífice por parte de la familia presidencial de Estados Unidos. Barack Obama, su esposa Michelle, sus hijas y suegra si bien no son católicos lo saludaron con evidente respeto y emoción. Algo no visto antes con otros líderes mundiales.
Es que su sola presencia inspira.
Updated: diciembre 28, 2015 05:11 p. m.