Gabriel Heredia utiliza la cuchilla con gran destreza. Aunque al principio algunos se reían de él, se ganó el respeto de todos y hasta un premio.
Desde pequeño sufría porque, además de que no tenía manos, una de sus piernas creció más que la otra, por lo que los médicos decían que no podía caminar.
No obstante, se acostumbró a una prótesis y venció el pronóstico.
Acepta que quienes conocían de su pasión por la peluquería se reían, pero quedaban sorprendidos cuando se apropiaba de las cuchillas.
Publicidad
Así se ganó la confianza de sus clientes, que se cuentan por decenas. Ahora, una placa de una escuela de barberos lo certifica como uno de los mejores en este oficio.