Manifestantes insisten en que seguirán en las calles hasta que el presidente Ortega deje el cargo. El papa clamó por la reanudación del diálogo.
Ciudad de Masaya, un antiguo bastión sandinista que se sublevó contra el presidente Daniel Ortega, se convirtió en un campo de batalla, donde cientos de manifestantes levantaron barricadas y se enfrentaron con armas caseras a policías antimotines.
"El derramamiento de sangre en Masaya ha provocado un día de luto y dolor para los ciudadanos que han querido ejercer su derecho a protestar (...) nos encontramos en una situación de profunda crisis de violación de los derechos humanos", dijo Álvaro Leiva, presidente de la ONG Asociación Nicaragüense de Protección a Derechos Humanos.
"Logramos mirar cómo fue cruelmente asesinada" una persona, identificada como el sobrenombre "Mono", agregó.
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Vecinos y manifestantes en la zona denunciaron la presencia de varios francotiradores en la sede de la policía de Masaya, con vista al parque San Miguel, en el centro de la ciudad.
"Están agrediendo al pueblo. Incluso a un vecino mío le metieron un balazo en el pecho. Fue un francotirador (...) por el tipo de hueco (orificio) grande" en el pecho del fallecido, contó Jonathan José.
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Con unos 100.000 habitantes, Masaya demanda la renuncia del presidente Ortega, en el marco de las protestas antigubernamentales, que iniciaron el 18 de abril en rechazo a una reforma al sistema de pensiones y dejan más de 100 muertos.
Detonaciones de morteros artesanales, disparos y gases lacrimógenos mantenían un ambiente de tensión en Masaya, que también fue afectada por nuevos incendios y saqueos.
"Aquí es como un desierto, no hay comercio, no hay nada, (me siento) desesperada, acongojada, triste. La situación está horrible, horrible, horrible", dijo entre lágrimas Vanesa, quien desde que empezaron los disturbios vive encerrada en su casa con sus tres hijos y su nieto.
Policía por su parte informó que "grupos delincuenciales encapuchados con armas de fuego y morteros realizaron actos terroristas" contra la delegación de la Policía de Masaya y que durante la refriega fueron capturadas 11 personas, según una nota de prensa.
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En las últimas dos semanas, la violencia en Nicaragua ha recrudecido pese a los llamados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, la ONU, la Unión Europea o de Estados Unidos, principal socio comercial de Nicaragua, a detener la represión contra las protestas.
El balance de fallecidos desde el 18 de abril, cuando iniciaron las protestas antigubernamentales superan una cifra de 100, según organismos de derechos humanos.
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