Sala de las lágrimas, lugar a donde aíslan al cardenal convertido en papa: Imágenes del lugar
Varios papas han dejado testimonios conmovedores sobre sus experiencias en la Sala de las lágrimas, como León XIII y Juan Pablo I. Así es la pequeña antecámara.
El cónclave se inició con una misa especial denominada "Misa por la elección del Romano Pontífice", presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. Posteriormente, los cardenales se trasladaron en procesión a la Capilla Sixtina, invocando la asistencia del Espíritu Santo mediante un canto solemne. Una vez dentro, realizan un juramento solemne y el maestro de las Celebraciones Litúrgicas proclama el "Extra omnes" ("todos fuera"), cerrando las puertas y aislando a los cardenales del mundo exterior.
Este cónclave cuenta con la participación de 133 cardenales electores, quienes se encuentran completamente incomunicados y dedicados exclusivamente a la elección del nuevo papa. La tradición y el secretismo que rodean este proceso reflejan la seriedad y la espiritualidad con la que se aborda la elección del líder de la Iglesia católica.
Este 7 de mayo inició la votación del cónclave -
AFP
¿Qué es la Sala de las lágrimas?
La Sala de las lágrimas, también conocida como la Sala del llanto, es una pequeña antecámara ubicada en la Capilla Sixtina del Vaticano. Este lugar tiene una importancia simbólica y emocional profunda en el proceso de elección del nuevo papa. Al ser elegido, el cardenal que se convierte en papa se retira a esta sala para cambiarse de ropa y reflexionar sobre la magnitud de su nuevo cargo.
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La Sala de las lágrimas recibe su nombre debido a la tradición que sostiene que muchos papas recién elegidos han estado conmovidos e, incluso, derramando lágrimas en este lugar, abrumados por la responsabilidad y el peso de su nuevo rol. Este espacio es donde el cardenal electo se despoja de sus vestiduras rojas cardenalicias y se viste con la sotana blanca papal, simbolizando su transformación y aceptación del mandato petrino.
La Sala de las lágrimas es famosa por sus impresionantes frescos de Miguel Ángel, incluyendo el Juicio Final. La entrada a esta sala está situada a la izquierda del altar principal, detrás de una puerta discreta. El interior de la sala es modesto y austero, en contraste con la magnificencia de la Capilla Sixtina. Cuenta con una bóveda y lunetos donde se conservan algunos fragmentos de frescos. El mobiliario es sencillo: una mesa y dos sillas de madera oscura, un pequeño sofá rojo y un perchero.
Esta es la Sala de las lágrimas, ubicada en la Capilla Sixtina de El Vaticano -
Vatican News
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Después de la elección, el nuevo papa entra en la Sala de las lágrimas para cambiarse de ropa y recogerse en oración durante unos minutos. En este espacio, el papa toma conciencia de la enormidad de su nuevo papel. Monseñor Marco Agostini, ceremoniero pontificio, explicó en Vatican News que en esta sala el papa recién elegido reflexiona sobre lo que ha llegado a ser y lo que será a partir de ese momento. Es un momento de introspección y preparación espiritual antes de presentarse al mundo como el nuevo líder de la Iglesia católica.
Historias y anécdotas en la Sala de las lágrimas
A lo largo de los siglos, varios papas han dejado testimonios conmovedores sobre sus experiencias en la Sala de las lágrimas. Según Aciprensa, el papa León XIII, elegido en 1878, lloró al considerar que era demasiado viejo para el cargo y que seguramente moriría pronto. Sin embargo, vivió hasta los 93 años y su pontificado duró 25 años. Otro caso notable es el del papa Juan Pablo I, quien antes de ser llevado a la Sala de las lágrimas, presuntamente dijo a los cardenales que le habían elegido: "Que Dios los perdone por lo que han hecho a mi respecto".
Cuenta la historia que los papas León XIII y Juan Pablo I lloraron en la Sala de las lágrimas -
Getty Images
Más allá de las historias y la tradición, la Sala de las lágrimas ofrece a los nuevos pontífices la oportunidad de meditar sobre las palabras que el Señor dirigió a San Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella" (Mateo 16:18). Este momento de reflexión es crucial para que el nuevo papa asuma plenamente su rol y se prepare para liderar la Iglesia.
El cónclave concluye con la 'fumata blanca' y con la presentación al mundo del nuevo papa, que suele mantenerse en secreto hasta que se asoma a la balconada de la fachada de la basílica de San Pedro, tras la proclamación del ¡Habemus papam!