Esta actividad se lleva a cabo en Tailandia y es considerada una disciplina artística en honor al monarca de ese país.
"El arte de la escultura de frutas comenzó hace cientos de años. Es un verdadero tesoro el que tenemos. La familia real lo practicaba en los palacios", afirma Araya Arunanondchai, organizador del evento.
Esta forma de escultura, popular en Asia, nació durante el reinado de la dinastía de Sukhotai, en el siglo XIV.
Hoy en día sigue siendo una valiosa ofrenda en los templos budistas o en las ceremonias importantes como las bodas.
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También es una atracción para los turistas, quienes pueden asistir a cursos en los que les enseñan a tallar.
"Esculpir es bueno para la mente porque desarrolla nuestra concentración y nuestra imaginación. Es una forma de relajarse", afirma Piyanat Thiwato, asistente al evento.
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