Ciro España, un colombiano en Barcelona, es uno de los sobrevivientes del COVID-19 . Contra todo pronóstico y tras 22 días en coma, se recuperó. Ahora cuenta su experiencia.
“Me puse muy mal, asfixiado, que ya no podía respirar y cuando ya me puse así fue a la carrera que me llevaron”, recuerda.
“Lo único que me dijeron es: ‘le vamos a poner sonda y lo vamos a dormir por un par de días’. Le dije: haga lo que tenga que hacer. Porque yo ya me estaba yendo, sentía que yo estaba dejando este mundo”, cuenta.
Su familia sufrió, las noticias no parecían alentadoras. Pero cuando no había esperanzas, Ciro reaccionó; su cuerpo maltrecho fue recuperando la capacidad de oxigenarse por sí mismo.
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Lo peor ya pasó, pero los recuerdos están intactos y él los cuenta a ver si tanto desprevenido reacciona.
“Llevo mes y medio que salí de la UCI más o menos y todavía me quedan secuelas: la cara quemada por el tiempo que estuve en coma, reducido bocabajo; las consecuencias son muchas, el dolor de cabeza permanente, no me puedo agachar a recoger nada porque inmediatamente me da una picada fuerte, en las manos no tengo fuerza para nada. En las mañanas, los puños no los puedo cerrar, tengo que ayudarme y todo a pesar de que estoy en terapia todos los días. Muy mal la he pasado”, afirma.
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Para él, vivir esa pesadilla hace que sea increíble que otros no estén cuidándose. “Dicen que no, que esto es una farsa, pero ¿farsa de quién? ¿de qué? ¿por qué? Aquí lo que tenemos es que tomar conciencia”.
Y añade: “Esto es la realidad, aquí se han muerto muchos médicos por coronavirus, por intentar salvarnos a nosotros. Cuando yo me pude recuperar un poco, veía cómo sacaban gente muerta en bolsas verdes y echen para el crematorio, esto es una realidad”.
Ciro está vivo, pero no todos cuentan con la misma suerte. Además, el miedo no se ha ido pues lo rebrotes han aparecido.