El gobierno de Trump prohibió a empresas estadounidenses realizar transacciones en dólares con la estatal petrolera PDVSA.
Ante ese panorama, Venezuela intenta sortear las sanciones usando como intermediaria a la principal petrolera rusa Rosneft para vender el crudo pesado.
El último informe de OPEP señala que la producción de Venezuela cayó de un millón de barriles diarios en febrero, a 732 mil barriles en marzo.
Rafael Quiroz, experto petrolero, explica que la progresiva caída tiene una sola lectura: “tenemos seis refinerías que están refinando solamente al 25% de su capacidad instalada. El petróleo le está pasando la factura al gobierno venezolano que desperdicio dos décadas, las dos más gloriosas décadas de bonanza petrolera”.
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