Santiago Duque y Diana Rojas capotean incansablemente por trochas y malas conexiones de internet para que sus alumnos en zonas rurales de Colombia reciban la mejor educación posible.Duque, profesor de la Universidad Nacional en Leticia, imparte clases para jóvenes “de todas las áreas geográficas de la cuenca amazónica, algunos vienen de veredas o de regiones apartadas”.Entre sus alumnos, además, hay una “que tiene que viajar dos horas en moto, en día, porque es una zona roja de conflicto, para ir a un punto donde hay internet y volver a la casa rápidamente”, cuenta.Este profesor de biología y ecología de la Universidad Nacional despacha desde hace 31 años desde la sede de Amazonas.Sus alumnos están en Caquetá, Putumayo, Guainía o Vaupés, mientras su laboratorio de investigación constata la deforestación salvaje que a zarpazos se traga la cuenca amazónica.Mantener un buen nivel educativo ha sido más difícil con la variable del COVID-19, pues, afirma, la mitad de los estudiantes no pueden acceder a las clases virtuales “ por problemas de comunicación, problemas de internet, de conectividad, no tener plan de datos, algunos no tienen ni siquiera computadores”.Las carencias tecnológicas y la situación extrema han modificado su rol de profesor universitario y de su propio bolsillo, dice, “le pagué a varios el semestre pasado y este porque son personas de estrato 1 y 2, entonces es muy difícil para muchas familias y ahora con el problema de la pandemia pues muchos padres quedaron sin trabajo”.Entretanto Diana Rojas, profesora de la escuela rural de Cogua y que brinda educación primaria, también vive un viacrucis para impartir clases virtuales porque la mayoría, sino es que todos, no tienen conexión a internet.Por eso busca soluciones y desde su casa en Zipaquirá monitorea los avances de sus niños de primero a quinto de primaria, administra como puede las clases a través de audios de WhatsApp y cada mes emprende un recorrido serpenteando montañas para llevar las guías de estudio a sus alumnos, de casa en casa.“Va más allá de lo que es un profesor, porque ella está muy pendiente de sus niños, hay momentos en los cuales ella, diría yo, se pasa”, afirma Mario Ricardo Portela, padre de uno de sus estudiantes.Algo en lo que coincide Luzmira Duarte, “porque no cualquiera se le mide, empezando por la distancia. Saber que le toca de su bolsillo sacar su plata, venir a hacer la ruta, sacar su tiempo, no es fácil y más arriesgando su vida, porque obviamente ella está en la ciudad y nosotros aquí en el campo”.Y si la señal definitivamente no funciona, Diana se las ingenia para contactarse a una hora específica con los papás de sus alumnos para explicarles los trabajos que deben hacer.El pedido de esta maestra es directo: “que las escuelas rurales tengan internet, que tengan toda la conexión necesaria y que todos los niños pudieran tener un computador o una Tablet”.Y lamenta que en el cambo “algunos niños crecen con la idea de que estudian el bachillerato y ya terminaron y se van a sembrar, también eso es cultural. Sin embargo, yo sé que varios de mis compañeros y pues todos los profesores, rectores, intentamos limpiar esa idea y mostrarles un mundo diferente, decirles ‘ustedes pueden’”.Radiografía de la educación en zonas ruralesDe los dos millones de estudiantes en el campo, algo así como todos los habitantes de Cali, “de cada 100 niños, por ejemplo, que ingresan a primero de primaria, 40 terminan primaria, 20 ingresan a bachillerato y solo cinco culminan la educación básica”, revela el educador Julián de Zubiría, experto en educación.Agrega que son varios los que se “demoran en promedio entre una hora y media y 3 horas en llegar a la escuela. La mitad de los colegios en el campo no tienen sino hasta quinto de primaria, el analfabetismo es mucho más alto, es del 12%, y todo eso conduce a algo que es muy triste, que es muy grave y es que quien nace en el campo pobre vive pobre, o, dicho de otra manera, la gente llega lejos por la cuna en la que nació y no por el esfuerzo y el trabajo”.A esto se suma que por la pandemia “hay una evidencia de depresión económica, de depresión psicológica, de depresión en todo sentido de la palabra, pero entonces uno se pregunta ¿qué hago con eso? Ahí tengo esa realidad que no puedo taparla, ¿qué hago? Yo tengo dos opciones: o me deprimo con ella o busco salir para adelante”, afirma Juan Carlos Henao, rector de la Universidad Externado.Su invitación es a sacudirse la pesadumbre y no ser rehén de una circunstancia adversa, sino protagonista de una solución.
Se conocen nuevos detalles del caso de los hermanitos Mucutuy, cuatro pequeños indígenas que sobrevivieron 40 días en la selva del Guaviare tras un accidente aéreo que cobró la vida de tres personas, entre ellas la de su mamá.>>> Conmovedor recuento de la Operación Esperanza: “Honor a nuestros soldados y nuestros indígenas”El director de investigación de la Aeronáutica Civil, Miguel Ángel Camacho, precisó que los pequeños "no estuvieron acompañados de otros seres humanos ni de caninos", hecho que desvirtúa que Wilson, el perro de las FF. MM. que se perdió en la búsqueda de los menores, hubiera estado con los hermanos como se llegó a decir tras su rescate.“Sentían temor a hacer ruido y a acercarse por los animales. No estuvieron acompañados de otros seres humanos ni de caninos, pero sí encontraron fauna, serpientes, una danta, una tortuga grande”, acotó el funcionario.En diálogo con Blu Radio, el director de investigación de la Aeronáutica Civil explicó porque los hermanitos Mucutuy dibujaron un perro a su lado durante su recuperación en el Hospital Militar de Bogotá.“Estamos corroborando esa manifestación, quizá psicológica del momento de la niña. No sabemos si estuvo postraumáticamente sometida. Lo cierto es que ya una vez que hicimos la entrevista, pasados los meses, y con la aprobación y acompañamiento del ICBF, la niña nos manifestó eso (que no estuvieron acompañados de un can)”, dijo Camacho. Wilson, un héroe que no pudo ser encontradoCabe recordar que Wilson fue una pieza fundamental durante la Operación Esperanza para encontrar a los niños Mucutuy. Con sus grandes habilidades, el canino halló las primeras señales de vida de los pequeños. Aunque la improbabilidad de encontrar a Wilson era muy alta, el avistamiento de caninos similares fue una luz de esperanza, no solo para el guía que se encontraba inmerso en el espeso bosque entre el Caquetá y el Guaviare, sino también para cientos de colombianos que no pueden olvidarlo.>>> Adiós, Wilson: guía del canino que ayudó a rescatar a los hermanitos Mucutuy regresó de la selvaUn caso que tomó relevancia fue el de un perro similar a Wilson al que hallaron en la selva del Caquetá. De acuerdo con las primeras imágenes obtenidas, el can se veía muy bajo de peso, lo que se relacionó con el tiempo que el comando había estado perdido.A través de un chip de identificación, las Fuerzas Militares intentaron establecer si efectivamente el perro era Wilson, pero algunas características físicas del can no coincidían.El general Pedro Sánchez, quien estuvo al frente de la operación Esperanza para rescatar a los cuatro niños de la selva, confirmó que el perro hallado no correspondía a Wilson. Según el general, el animal encontrado no tenía una cicatriz que tenía el can cerca del estómago y tampoco tres colmillos partidos, propios del héroe de cuatro patas. Además, había sido hallado a 380 km de donde fue el accidente.
Hay debate sobre qué tan riesgoso es contestar una llamada o utilizar el celular en una estación de gasolina. De hecho, en estos sitios hay señales que prohíben el uso de los dispositivos.No conteste el celular en la gasolinera, evite riesgosPuede parecer una acción inofensiva, pero tendría consecuencias potencialmente peligrosas. La estación de gasolina es un lugar donde se maneja y almacena sustancias inflamables, como la gasolina y el diesel, lo que las convierte en áreas de alto riesgo de incendio y explosión.De acuerdo con expertos, el mayor peligro de contestar el celular en una bomba de gasolina radica en la posibilidad de generar una chispa eléctrica que podría encender los vapores de combustible en el aire, provocando un incendio o una explosión. ¿Qué debe conectar primero, el cargador o el celular? Este es el orden correctoCuando se realiza una llamada o se envía un mensaje de texto, el teléfono celular emite señales electromagnéticas que pueden generar una chispa si entran en contacto con los vapores de combustible presentes en el aire de la estación de gasolina. Incluso el simple acto de encender o apagar el celular podría generar suficiente energía para provocar una ignición.Aunque la probabilidad de que esto ocurra es relativamente baja, el riesgo no debe subestimarse, ya que las consecuencias podrían ser catastróficas. Incluso, se conocen casos.Uno de ellos ocurrió en México. Azteca Noticias compartió un video en su cuenta de YouTube donde muestra el momento en que un usuario, mientras tanqueaba su carro, contestó una llamada telefónica. Posteriormente, se desató un pequeño incendio.Estos son los riesgos de utilizar el celular mientras está cargando
Ciclistas de Bogotá denuncian que los robos de sus bicicletas siguen en aumento y cada vez son más violentos.>>> Le recomendamos leer: Se hicieron pasar por pasajeros, engañaron a taxista y le robaron el carroLas zonas más peligrosas para transitar en bicicleta, dicho por los mismos ciclistas y por las estadísticas, son: salida por Choachí, por el sector conocido como El Verjón; salida a La Calera; y la autopista Sur, hacia el sector de Mondoñedo.Ciclistas aficionados, que utilizan los caballitos de acero para entrenar, dan testimonios aterradores sobre la inseguridad en las vías.César Romero contó a Noticias Caracol que las bandas están tan organizadas, que también los retienen por horas para ejecutar el robo.Dijo que en su caso ocurrió un “secuestro porque primero nos golpearon, sobre el hecho nos quitan todo y después nos amarran y nos meten más hacia el fondo y nos dejan allá tirados”. Este hecho ocurrió cuando iba a entrenar al Alto del Verjón.Mencionó que cuatro sujetos fueron los que lo encañonaron con una pistola y un arma cortopunzante. “Me bajaron de la bici y me llevaron hacia adentro, me quitaron todo, me pegaron y me golpearon”, puntualizó.César no fue la única víctima de este crimen, otro ciclista también fue intimidado y llevado por los bandidos hasta un matorral.Se trata de Javier Jamaica, quien reveló que “me arrojan de la bicicleta y literalmente me arrastran hacia un pedazo de monte que había al lado izquierdo de la carretera”.El pasado fin de semana varios ciclistas llegaron hasta el Concejo de Bogotá para denunciar los hurtos. La bancada de la bicicleta reveló que solo 10 de cada 100 bicicletas robadas son recuperadas.Entre los años 2021 y 2024, según reportó el concejal Rolando González, en Bogotá se han robado cerca de 27.000 bicicletas.Ciclistas como César tienen que hacer hasta vacas para apelar a la solidaridad y tratar de comprar una bicicleta similar a la que le robaron>>> Le puede interesar: Salen a la luz más videos de robos en el mismo sector de Bogotá donde perro frustró atraco
Como un milagro fue catalogado el hallazgo de los cuatro hermanitos Mucutuy, quienes estuvieron perdidos en la selva del Guaviare durante más de un mes. Los pequeños acabaron extraviados debido a un trágico accidente aéreo. En mayo de 2023, la avioneta en la que viajaban se estrelló y la mamá de los niños, Magdalena Mucutuy Valencia, falleció en el siniestro.>>> Asombrosa valentía de Lesly: usó sus dientes para hacerles un refugio de palma a sus hermanos¿Cuánto tiempo estuvieron perdidos los hermanitos Mucutuy?Los niños alcanzaron a cumplir 40 días perdidos en la selva del Guaviare. ¿Cómo sobrevivieron tanto tiempo?, es una de las preguntas más comunes que colombianos se siguen haciendo, pues los menores en ese entonces tenían 13, 9, 4 y 1 año de edad.El título de heroína se lo llevó la mayor de los niños, teniendo en cuenta que ella, pese a estar herida, “mostró la madurez de un adulto para sobrevivir a un ambiente tan hostil”, según el coronel Miguel Ángel Camacho, director técnico de investigación de la Aerocivil.La mayor de los Mucutuy sufrió una herida en la cabeza por el accidente. "Una vez que ella se atendió y se limpió, tuvo que liberar su pie izquierdo, que quedó atrapado en la silla del avión. La única forma de hacerlo fue dejando el zapato ahí. Eso la obligó más adelante a dejar también el zapato derecho y hacer la marcha inicial a pie", agregó el coronel.Los menores permanecieron dos días en el lugar del accidente. Sin embargo, cuando notaron que nadie venía en su búsqueda, emprendieron marcha hacia el río Apaporis, no sin antes llevar un kit de supervivencia, alimentos, agua, ropa y los documentos de los mayores de edad, que murieron en el siniestro.>>> El día que una "bruja" asustó a periodista de Noticias Caracol en la selva del GuaviareLos hermanitos llegaron con varias limitaciones al cauce del río Apaporis. Incluso, la menor de 13 años sufrió una herida en la parte posterior de la pierna derecha.“La lesión le impedía caminar por el dolor, de manera que esos primeros días, hasta el día 10 quizá, lo hizo prácticamente arrastrándose o de rodillas, descalza, llevando en sus brazos a su hermanita menor de 11 meses. Usaba unas tijeras, que luego se perdieron y tuvo que utilizar sus dientes”, agregó Miguel Ángel Camacho.Los niños se las arreglaron para conseguir pescado crudo y, pese a que no fue de su agrado, lograron comerlo para subsistir.Cuando el alimento que habían extraído del avión se agotó, los menores aprovecharon el corozo que caía de las palmeras de la selva, fruto que se convirtió en su comida diaria durante los 40 días de supervivencia.>>> Vea aquí el tráiler de Operación Esperanza, el documental del rescate de los hermanitos Mucutuy
Desde este primero de mayo aumentó 200 pesos la tarifa del transporte público en Soacha. "Pensando en lograr el equilibrio entre el bolsillo de los pasajeros y la sostenibilidad de las empresas de transporte", se llegó a "un acuerdo con el gremio transportador”, indicó la oficina de comunicaciones de la Alcaldía del municipio.>>> ¿Sabía que hay multa por no ceder la silla en Transmilenio? Ojo con hacerse el dormido¿Cómo quedaron las tarifas del transporte público en Soacha?Los recorridos de Soacha a Bogotá tendrán un costo de $2.700.Las personas que se movilizan dentro del municipio pagarán $1.700 por el servicio de transporte público.El incremento no cayó muy bien entre los habitantes. Muchos de ellos señalan que "en este municipio es muy complicado que la tarifa la suban, porque hay mucha gente de muy bajos recursos", "el servicio de Soacha es muy malo" y "hay personas que toman hasta 2 transportes públicos para poder llegar a Transmilenio y no hay alimentadores".Julián Sánchez, alcalde de Soacha, habló con Noticias Caracol sobre estas nuevas tarifas en el servicio de transporte público."La autopista Sur tiene dos tipos de servicio de transporte público: el transporte de operación nacional y el transporte interno urbano de nuestra ciudad. El transporte de operación nacional lo regula el Ministerio de Transporte y ellos tienen libre tarifa regulada por el ministerio. Nosotros lo que les hemos sugerido a todos los vehículos de transporte público sobre el corredor de la autopista Sur es que se acojan a la nueva tarifa, que pasó de tener de tener un costo de 2.500 pesos a tener uno de 2.700. Y la tarifa urbana interna dentro de nuestra ciudad pasó de tener un valor de 1.500 pesos a 1.700 pesos", agregó el mandatario.>>> Subsidios que ofrece Transmilenio: le contamos cómo puede acceder a ellos¿Qué pasará con la tarifa de los taxis en Soacha?"Unificamos la tarifa con Bogotá. Los taxis de nuestra ciudad, desafortunadamente, tenían hace 2 años una tarifa inferior, lo cual les afectaba en su ejercicio y en su actividad del día a día. Hemos regulado y nivelado la tarifa de los taxis en nuestra ciudad con banderazo, mínima, y lo que se denomina la unidad o caída, igual que Bogotá", explicó el alcalde Sánchez.Julián Sánchez concluyó diciendo que se están realizando "todos los estudios de la nueva modelación del sistema de transporte de la ciudad. Estamos trabajando junto con la región metropolitana para tener la oportunidad de hacer los estudios del corredor de la autopista Sur. Nosotros, desde lo interno de nuestra ciudad, estamos trabajando también para garantizar ese plan maestro de movilidad que permita ese espacio que necesita Soacha para modernizar su sistema de transporte público. Necesitamos pensar en alimentadores. Hoy los habitantes de nuestra ciudad están pagando un transporte adicional para llegar a Transmilenio".