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La temporada de vacaciones en Colombia pone de nuevo en el foco las alertas que se deben tener en cuenta a la hora de visitar piscinas públicas y centros recreacionales, pues en algunos de estos lugares han ocurrido tragedias que dejan familias destrozadas. Séptimo Día revela casos dolorosos que se habrían dado por negligencia y falta de cumplimiento de protocolos.
La historia de Alan Jerónimo, de 3 años, es una de estas tragedias. Laura Camila González y Rubén Darío Ramírez, sus padres, vivieron la peor de las pesadillas la tarde del 11 de agosto de 2024, en el Parque de la Familia, ubicado en Montenegro, Quindío.
Alan, quien era el segundo hijo de la pareja, fue una "bendición" que había llenado sus vidas de ilusión. Su padre recuerda la felicidad de ese domingo soleado: "Yo entré con emoción, yo entré con el bebé porque íbamos a piscina y me acuerdo de que ese día jugué tanto con él, lo perseguía, él se tiraba por el tobogán de los niños y yo lo cogía, lo abrazaba, lo perseguía, él solo se reía".
Hacia las 4 de la tarde, mientras se preparaban para irse, la familia se dio cuenta de la ausencia del menor. El video de una cámara de seguridad capturó el angustioso momento en que el niño desapareció y lo que ocurrió posteriormente, cuando lo encontraron. La búsqueda fue frenética: "Yo miraba para todos lados y él no estaba por ahí, había mucha gente y yo busque mi niño”, relata la mamá con profundo dolor.
Alan había pasado de la piscina de niños a la de adultos y fue encontrado allí inconsciente: “Lo sacaron y de una lo tiraron ahí al piso, el que lo cogió fue el papá”. Sin embargo, antes de que rescataran su cuerpo, el niño estuvo varios minutos bajo el agua y, dicen, nadie lo vio. Todo quedó registrado en los videos de cámaras de seguridad revelados por Séptimo Día.
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Según el representante de la familia, Daniel Rubio, el menor murió "en 6 minutos", por lo que hacen énfasis en la inacción del personal del lugar: "No hacen nada por salvarle la vida al menor, simplemente sacan el menor y llega la familia". Su madre enfatizó que la noticia fue devastadora: "Sentí que se acabó mi vida".
Omar Pedroza, abogado del parque, señaló que en ese momento contaba con tres salvavidas, pero reconoció que "se perdió la referencia cerca de 30 segundos" en el momento en que el niño cayó al agua. Para los padres del menor, el problema no se limitaba solo a la vigilancia del salvavidas, sino a la infraestructura: "La piscina de los niños queda muy cerquita a la de los grandes, la distancia entre ellas es de apenas 2-3 metros".
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De acuerdo con la ley de piscinas en Colombia, debe haber un cerramiento que sirva como barrera entre las piscinas, especialmente con menores de edad. El día del accidente de Alan Jerónimo, esa barrera no existía en el Parque de la Familia, e incluso más de un año después tampoco está. A pesar de que el parque tenía antecedentes de otro tipo de accidentes relacionados con ahogamiento en el mes de julio, el sitio siguió funcionando.
Los padres solo claman por justicia, porque "en otro momento puede ser otro niño, porque es que eso no se ha tapado".
La falta de salvavidas también fue el eje de la tragedia de John Alexander Torres Yepes, de 9 años, quien murió ahogado el 6 de enero de 2025, durante un paseo familiar al centro recreacional Tutuca en Apartadó, Antioquia. Para John Alexander, nadar era la actividad que más disfrutaba.
Denis Guerrero, quien estuvo a cargo del niño, relató la angustia de la búsqueda cuando su hija Verónica le dijo: "Mami, el niño no está acá". Aunque la familia y otras personas se sumaron a la búsqueda, fue un bañista quien lo encontró en la piscina: "Un muchacho se metió a bañar, sintió algo y ahí fue donde él lo sacó".
La pregunta de la familia en medio del pánico fue: "¿dónde estaba los salvavidas? (...) No, ahí no había nadie. Alguien que le diera primeros auxilios".
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El comandante del cuerpo de bomberos de Apartadó confirmó en Séptimo Día que el sitio no tenía autorización de funcionamiento por parte del municipio A pesar de que la Policía lo ha cerrado en varias ocasiones, la familia denunció que la piscina "está funcionando, están abrieron el local como si no hubiese pasado nada".
En este caso, el dolor de la familia se agrava por la falta de colaboración del dueño del centro recreacional, Uber Edilson Vázquez, quien ha sido "muy reacio a querer dar información".
Otra tragedia marcada por la inacción ocurrió en Silvania, Cundinamarca, el 13 de septiembre de 2024, cuando Samuel Rivas, de 8 años, murió durante una salida escolar al Club Campestre El Bosque.
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Dalis y Alexander, sus padres, habían preparado a Samuel, que estaba "muy alegre, muy contento, muy feliz porque era algo nuevo para él. Su padre le había dicho “que se acordara todo lo que hemos hablado de cómo colocarse salvavidas, que no se despegara de la maestra". El rector del Liceo San Rafael, Rafael Espejo, aseguró que el contrato con el club incluía cinco salvavidas profesionales.
Samuel estaba en la piscina infantil, pero su profesora se ausentó un momento y dejó a los niños bajo la supuesta vigilancia del salvavidas. "El niño debería estar en la piscina de sapitos, pero por alguna razón el niño se pasó a la otra piscina, porque él no debería estar ahí", comentó el coordinador del colegio. Fueron los compañeros de Samuel quienes dieron la alerta.
Dalis, al llegar, se encontró con que el salvavidas sacó al niño y "no le hizo nada". Preguntó qué había pasado y la respuesta que recibió la impactó: "¿Cómo me dicen que nadie vio? Es que no sabemos qué pasó. Es que nadie vio. O sea, eso no puede ser".
Mateo Mejía, abogado de los padres, sostiene que, si un salvavidas "hubiese estado, hubiese podido intervenir a tiempo y, seguramente con una probabilidad alta, se hubiese podido evitar la muerte".
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A pesar de las llamadas, la representante legal del club, Sonia Smith Sanabria, se negó a conceder la entrevista a Séptimo Día.
La ley de piscinas 1209 de 2008 exige la presencia de personal de rescate suficiente, no inferior a una persona por piscina, y aunque los adultos son responsables de los menores de 12 años, la norma no exime a los establecimientos de brindar seguridad. Las familias exigen "más control frente a esto que, aunque de pronto nosotros como adultos seamos los responsables, también un sitio debe generar seguridad".