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David Rua ha sido llamado el “niño ángel” de la tragedia que enluta a Antioquia y a todo el país. Con apenas 16 años, su valentía se convirtió en un símbolo de esperanza en medio del dolor, luego de que, pese a estar herido, escalara una pendiente de más de 60 metros para pedir ayuda y evitar que el número de víctimas aumentara.
En entrevista con la periodista Erika Zapata, de Noticias Caracol, David relató cómo, aun con golpes y en estado de shock, encontró la fuerza para auxiliar a varios de sus compañeros tras el accidente del bus que los transportaba de regreso a Medellín, luego de una excursión de grado en Tolú.
Minutos antes del siniestro, el ambiente dentro del vehículo era completamente distinto. “Me encontraba con mis amigos hablando, riéndonos con la música y todo el mundo estaba muy feliz. Estábamos disfrutando del regreso hacia Medellín, de que todo en nuestro paseo fue bastante bien”, recordó el joven. Luego de la euforia, cada uno regresó a su asiento para dormir.
Sin embargo, David aseguró que el bus había presentado fallas desde antes de iniciar el viaje. “Desde el hotel se reportaron fallas de batería, del aire y del motor”, afirmó, al explicar que incluso vio cómo retiraron la batería del vehículo para recargarla antes de partir.
Durante el trayecto, notó que el aire acondicionado no funcionaba correctamente. “El aire estaba muy pesado, no se alcanzaba a respirar bien, y sentí que algo andaba mal”, relató. Según su testimonio, el conductor mantuvo la puerta abierta y las rendijas del techo destapadas para permitir la circulación del aire.
El momento del accidente quedó marcado por el terror. “Me despierto frente a un sonido y un temblor muy aterrador. Cuando abro los ojos, miro cómo todo empieza a levitar y en ese momento me doy cuenta de que estamos cayendo a algún vacío”, contó. Instintivamente, se acurrucó en posición fetal debajo de la silla para protegerse. “Cuando cierro los ojos, se escuchan todos los estruendos. Sentí golpes por todo el cuerpo, pero ninguno tan fuerte”, añadió.
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David viajaba en la parte media del bus, cerca a una ventana del lado izquierdo. Cuando todo se detuvo y logró salir, se encontró con la oscuridad, los gritos de auxilio y una escena devastadora. “Empiezo a escuchar los gritos de ayuda y veo también, lamentablemente, gente fallecida. Ahí me doy cuenta de que yo estoy bien y que puedo ayudar”, relató.
Sin pensarlo, comenzó a auxiliar a varios de sus compañeros heridos, incluso sacando a algunos de debajo del bus y de entre los árboles. En medio del cansancio extremo, aseguró que su fortaleza provenía de la fe. “Una vez que socorría a alguién solamente le pedía a mi señor a Dios que me diera fuerzas para poder seguir ayudando, le decía 'por favor señor dame un poco más de tiempo, un poco más de fuerza para seguir'”, dijo.
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Luego de socorrer a varios jóvenes, emprendió el ascenso hasta la carretera para pedir ayuda. Aunque el trayecto fue largo y agotador, aseguró que permaneció cerca de una hora intentando detener vehículos. “Pasaban al rededor de más de 100 vehículos, entre tractomulas, camiones, motos y carros, nos veían, pero ninguno paraba”, recordó. Finalmente, una tractomula se detuvo y permitió activar el rescate.
Aun así luego de presenciar momentos tan dolorosos, agradeció poder ayudar a sus compañeros" solamente me quedó por agradecer a mi señor por haberme cumpl ido un milagro y darme las fuerzas de llegar hasta allí".Hoy, David enfrenta lesiones leves y un profundo impacto emocional por la pérdida de sus compañeros. Aun así, envió un mensaje de esperanza. “No pierdan la fe ni la esperanza. Dios sabe lo que hace y todo tiene una razón”, expresó.
La tragedia dejó 17 personas fallecidas,16 estudiantes y el conductor, y más de 20 heridos, un hecho que mantiene de luto a Colombia y que ha convertido el testimonio de David Rua en un relato de dolor, valentía y humanidad.
HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRAN
NOTICIAS CARACOL