
Cada vez que Nintendo lanza una consola, busca un título que muestre de inmediato la novedad de su hardware. En su momento lo fueron Wii Sports con el Wii y Arms con el Switch original. En el caso del Nintendo Switch 2, ese papel lo cumple Drag x Drive, un juego deportivo que se centra en el modo “mouse” de los Joy-Con 2 para simular las ruedas de una silla de juego y lanzarse a partidos de baloncesto adaptado.
Sobre el papel suena novedoso y emocionante, y en la práctica logra momentos memorables, aunque también tropieza en otros apartados que pueden limitar su potencial a largo plazo.
Una propuesta arriesgada
Drag x Drive es, esencialmente, un título arcade de baloncesto en silla de ruedas con un enfoque dinámico y espectacular. Se juega en partidos 3v3 de tres minutos en estadios cerrados llenos de rampas, obstáculos y elementos que añaden variedad al campo de juego. La apuesta es clara: dar protagonismo a la representación de un deporte real practicado por atletas con discapacidad, pero sin enfocarse en la limitación, sino en la acción trepidante.
Este detalle es importante, porque Drag x Drive logra algo poco común: normalizar la discapacidad en un videojuego sin que el tema sea tratado como un “extra”, sino como parte integral de un deporte que requiere técnica, velocidad y estrategia.
El corazón del juego: los controles
El gran atractivo —y también la mayor fuente de frustración— está en los controles por mouse mode. Cada Joy-Con controla una rueda, lo que obliga a coordinar movimientos con ambas manos para avanzar, girar, frenar o retroceder. Al principio, la curva de aprendizaje es dura, y muchos jugadores sentirán que están peleando contra el mando más que contra el rival.

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Con práctica, la experiencia mejora. Realizar giros cerrados, frenar con precisión o encadenar un salto con un tiro al aro puede resultar muy satisfactorio. Pero no deja de ser un esquema de control exigente, poco amable para quienes buscan accesibilidad o un estilo más clásico con botones.
Nintendo decidió no incluir un esquema alternativo de controles, lo cual limita las opciones. Así como ocurrió con Wii Sports, el encanto depende de que el jugador se adapte a la novedad; quienes no lo logren, probablemente abandonarán rápido.
La jugabilidad: entre lo divertido y lo caótico
Cuando todo funciona, Drag x Drive brilla. Los partidos online son intensos, con jugadas rápidas, choques entre sillas y tiros espectaculares desde media cancha. El sistema de colisiones permite robar el balón con impactos directos, lo que le da un aire de contacto físico cercano a otros deportes extremos.
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Además de los partidos estándar, el juego incluye minijuegos que ayudan a entrenar movimientos: contrarrelojes, desafíos de tiros, carreras hasta un punto del mapa o retos de precisión. Aunque pueden parecer relleno, aportan variedad y ayudan a dominar los controles.
El diseño arcade evita complicaciones: dos puntos por tiros cercanos, tres por tiros lejanos, y algunos bonus al hacer trucos como “bunny hops” o giros acrobáticos. Aunque estos extras rara vez cambian el marcador final, aportan espectáculo y satisfacción personal.
Contenido y modos de juego
El núcleo está en los partidos online 3v3, con la posibilidad de jugar en parques públicos o privados. También se pueden organizar partidas entre amigos con hasta 12 personas conectadas, dividiendo la acción en dos canchas paralelas. Incluso existe un modo espectador, ideal para ver cómo juegan otros equipos.

El problema es que la variedad de modos es limitada. No hay campañas para un jugador ni ligas extensas, y los minijuegos, aunque entretenidos, no sostienen por sí solos la experiencia a largo plazo. En pocas horas se puede recorrer la mayor parte del contenido, lo que genera una sensación de querer más.
Representación y diseño estético
Uno de los grandes logros de Drag x Drive es la representación de la discapacidad. No lo hace desde la lástima ni desde la caricatura, sino mostrando un deporte de alto rendimiento adaptado al lenguaje de los videojuegos. Para muchos jugadores con discapacidad, es significativo ver que Nintendo dio un paso hacia la visibilización con naturalidad.
En lo visual, el juego opta por un estilo futurista y robótico. Los avatares son personalizables con cascos y colores, aunque las opciones son algo limitadas. El estadio principal luce sobrio, con rampas y obstáculos que le dan dinamismo, pero se echa en falta más variedad de entornos.
Rendimiento y apartado técnico
En lo técnico, Drag x Drive cumple sin problemas. Corre de manera fluida en Switch 2, sin caídas de frames ni errores graves. El sistema de vibración mejorado de los Joy-Con añade realismo, transmitiendo la sensación de empuje y contacto en cada choque.
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El sonido es funcional: efectos claros para las colisiones, botes de balón y canastas, acompañados por música electrónica que aporta energía sin robar protagonismo. No es una banda sonora memorable, pero sí efectiva.
Comparaciones con otros títulos
Por concepto, Drag x Drive recuerda a lo que Nintendo suele hacer con sus consolas: lanzar un título que resuma la filosofía del hardware. Su paralelismo más cercano sería Wii Sports, aunque con un aire más competitivo y enfocado al online.

En cuanto a deportes arcade, tiene puntos en común con Rocket League por su mezcla de deporte tradicional y mecánicas poco convencionales. Sin embargo, a diferencia de ese título, aquí la curva de aprendizaje es más exigente y menos accesible.
Lo que funciona y lo que falta
Lo mejor de Drag x Drive son sus momentos de brillantez en línea: robos de balón espectaculares, mates con estilo desde rampas, jugadas coordinadas con amigos. Es un juego pensado para disfrutarse en comunidad, con risas y piques sanos.
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Lo que le pesa es la falta de opciones y la rigidez de sus controles. Para un juego que busca visibilizar la diversidad, paradójicamente termina limitando la accesibilidad al no permitir control alternativo. Esto reduce su alcance y deja la sensación de que Nintendo pudo ir un paso más allá.
Conclusión
Drag x Drive es una propuesta fresca y arriesgada de Nintendo que logra momentos de diversión genuina, especialmente en partidas online con amigos. Su mayor virtud está en ofrecer una representación natural de la discapacidad en un contexto deportivo, algo que le da un valor simbólico enorme.
Sin embargo, sus controles exigen paciencia y dedicación, y la falta de opciones de personalización o modos adicionales puede hacer que algunos jugadores lo dejen de lado pronto. Para quienes disfruten de las experiencias arcade únicas de Nintendo y estén dispuestos a dominar el esquema de juego, hay aquí una joya singular.
En cambio, si prefieres controles clásicos, opciones de campaña o variedad de entornos, puede que Drag x Drive no sea tu deporte favorito.

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