Un oficial de la Fuerza Aérea de Venezuela trabajaba para esta red y permitía cargar narco jets con cocaína para distribuir en Centroamérica.
Uno a uno fueron llegando a un prestigioso hotel del norte Bogotá emisarios del cartel mexicano Nueva Generación. Su arribo a Colombia tenía un solo objetivo: realizar una cumbre clandestina con narcos colombianos para definir nuevas rutas de envió de cocaína hacia Estados Unidos.
Lo que desconocían los delincuentes era que agentes de la Policía antinarcóticos y de una agencia antidrogas de EE. UU. seguían sus pasos desde México. Las primeras fotografías las tomaron a los capos mexicanos saliendo del aeropuerto El Dorado de Bogotá. Luego ingresaron al hotel, sitio de la cumbre.
Doce días después de la reunión y de un recorrido por Bogotá, guiado por delincuentes colombianos, los narcos mexicanos, en especial alias ‘Manny’, jefe de los emisarios, regresaron a su país luego de tomar un vuelo comercial en el aeropuerto de Bogotá.
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Alias ‘Manny’ llegó a México con sus comunicaciones interceptadas, lo que permitió a las autoridades de Estados Unidos y Colombia ubicar el principal enlace de Colombia de ese cartel: alias ‘Hamilton’. Este narco colombiano era el encargado por el cartel Nueva Generación de conseguir desde Villavicencio las rutas, las aeronaves y los contactos en Venezuela que permitieran el paso de las avionetas cargadas con coca por el espacio aéreo del vecino país sin ser detectadas.
En una de esas negociaciones con ‘Hamilton’, interceptadas aparece un nombre que llamó la atención de los investigadores. Se trata de Gino Alfonso Garcés Vergara, para los mismos capos del narcotráfico y para los agentes antidrogas estadounidenses, un capitán de la Fuerza Aérea venezolana. alias ‘Gino’, como era conocido dentro de la red, recibía de ‘Hamilton’ cerca de 250 mil dólares por entregar el código de ingreso aéreo de las aeronaves, y otros 250 mil dólares para no enviar los aviones de combate a presionar el aterrizaje o derribar los narcojet.
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Se conoció también la presencia de otro sujeto llamado alias ‘Rolex’, dueño de al menos ocho casas de cambio que operaban en Cúcuta. Su misión era recibir en Panamá los millones de dólares obtenidos por la venta de la cocaína en EE. UU. y Europa. Luego los hacía pasar como legales a través de la compra de propiedades como apartamentos y casas.
Luego de una investigación de casi un año, la Fiscalía de Colombia, agentes antidrogas de los Estados Unidos y de la Policía colombiana lanzaron el operativo para desarticular la red.
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