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Mariana Upegui Escobar tenía 16 años y una forma tranquila de habitar el mundo. Quienes la conocieron dicen que leía mucho, que prefería los libros al ruido y que encontraba en la poesía un refugio. Amaba a Pablo Neruda y soñaba con convertirse en profesora. Ese sueño tal y como un poema estaba por escribirse, pues había sido admitida en la Universidad de Antioquia para estudiar Licenciatura en Lengua Castellana.
Ahora Simón García, su novio, con la voz entrecortada intentó describir quién era Mariana más allá de la tragedia. “Le encantaba enseñar, le gustan mucho los niños, le fascinaban los libros. Nunca había conocido a alguien a quien le gustara tanto leer”, relató demostrando que hablar de ella en pasado aún le resulta imposible.
El viaje era una celebración, un cierre simbólico a once años de colegio, a una amistad construida entre pasillos, tareas y risas compartidas. Mariana fue, aunque Simón le pidió que no lo hiciera. Algo, mencionó el, no se sentía bien, aun así,"yo le dije que no fuera, pero bueno la pasó rico, disfrutó afortunadamente y pasó lo que tenía que pasar". Eso es lo que más consuela y, al mismo tiempo, lo que más duele.
Luego de esta tragedia que mantiene en luto a Colombia, la familia de Mariana Upegui quiere que se sepa quién era ella más allá del accidente: “Una niña hermosa, inteligente y llena de vida”. Una joven sensible que, según sus seres queridos, pensaba en los demás antes que en sí misma, con una excelencia académica que ya había comenzado a trazar un camino propio.
En medio del dolor, Simón García se tomó un momento para hablar de la última conversación que tuvo con ella. El último mensaje no hablaba de despedidas, era un poema, palabras escritas con la esperanza joven de quien cree que el tiempo siempre alcanza. Simón lo envió sin saber que, horas después, esos versos se convertirían en una muestra de amor profundo y, al mismo tiempo, en uno de los recuerdos más dolorosos de su vida:
“Decime vos en qué deseo gastarías tu fe. Yo, si el mundo me diera mil oportunidades, las gastaría sin duda una y otra vez pidiendo que seas vos en todas mis realidades”. Una frase que fue una promesa íntima y que hoy conmueve a miles de personas.
De acuerdo con su novio, este era uno de sus poemas favoritos y, aunque aborda el desamor, invitó a la ciudadanía a leerlo y escucharlo como una forma de recordarla.
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Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos
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El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
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Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
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Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
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Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
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Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Mientras tanto, en Medicina Legal avanzó la entrega de los cuerpos a los familiares, acompañados por equipos de apoyo psicosocial de la Alcaldía de Bello y la Gobernación de Antioquia. Carrozas fúnebres aguardaron durante horas en medio del silencio y el llanto contenido, dando inicio al último adiós de los jóvenes.
Las autoridades confirmaron que 20 personas resultaron heridas, de las cuales cinco ya fueron dadas de alta, mientras que las demás permanecen hospitalizadas en condición estable en centros asistenciales de Medellín, Bello y Yolombó. La Gobernación anunció acompañamiento permanente para las familias, tanto de las víctimas fatales como de los sobrevivientes.
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Sobre las causas del accidente, la Policía de Tránsito señaló como hipótesis preliminar una posible distracción o microsueño del conductor, quien también perdió la vida. No obstante, el caso continúa bajo investigación para esclarecer responsabilidades. Algunos familiares aseguraron que hubo llamadas previas alertando sobre presuntas fallas del bus, versión que la empresa transportadora negó, afirmando que el vehículo se encontraba en buenas condiciones.
En Bello, el dolor se ha transformado en memoria de la ciudadanía. Velas, cartas y fotografías cubren los alrededores del Liceo Antioqueño, mientras la comunidad educativa y las autoridades locales elevan oraciones por los 16 jóvenes que apenas comenzaban a escribir su futuro. Entre ellos, Mariana Upegui, cuyo amor por la poesía y siguen vivos en un verso que hoy es símbolo de la magnitud de la pérdida.
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HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRAN
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