Todo inició en el 2015, cuando Ivette Johanna Nieto llegó a Ibagué con su hija de 2 años y ante el ICBF denunció a su exesposo argentino por maltrato.
Según la madre, su expareja la agredía mental y físicamente. “Había mucha violencia de género, mucha violencia psicológica, muchos golpes”.
A miles de kilómetros de distancia, su exesposo, un abogado argentino, la acusó a su vez de maltrato y respondió con demandas para obligarla a devolver a la menor a la ciudad de Quilmes.
Fueron varias sentencias, tutelas y denuncias cruzadas que no solo generaron tensiones entre los cuerpos diplomáticos de ambos países, pues el caso llegó a la red internacional de jueces de La Haya, que respaldó al papá de la menor.
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El momento más duro llegó cuando el juzgado cuarto de Ibagué falló a favor del padre, obligando a Ivette a decir adiós a su hija, que ya tiene 5 años.
“Fue un golpe muy duro porque yo decía ‘hay dictámenes psicológicos, hay pruebas de violencia intrafamiliar y ¿cómo le van a devolver la niña a este señor?’”, se preguntaba Ivette.
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Todo indicaba que ella perdería la batalla, pero interpuso una tutela y la Corte Constitucional le dio la razón.
Su calvario parecía estar llegando a su fin, pero su expareja llegó de súbito a Colombia y pidió revisar el caso. Fue cuando Ivette ganó la guerra.
“Me invadió mucha alegría de saber que se había hecho justicia, de que la lucha no había sido en vano”, aseguró la madre.
El fallo final advierte que el ICBF debe asegurar que la niña siga en contacto con su padre y que este cumpla sus responsabilidades económicas.
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