En el río Orteguaza, en el Caquetá, se pueden ver a menudo troncos y arbustos flotando en su aguas, pero lo que muy pocos se imaginan es que debajo de algunas de estas ramas se ocultan comandos de la brigada contra el narcotráfico.
Así, sumergidos hasta el cuello, pueden avanzar hasta 20 kilómetros en el agua sin ser vistos. El teniente David Quiroga es uno de esos soldados anfibios.
“Consiste en una infiltración sorpresiva que nos permite movernos sin que las personas lo noten. Buscamos laboratorios cocaleros y enclaves de la guerrilla”, explica Quiroga, comando de la brigada contra el narcotráfico.
Esta maniobra la aprendieron de los Rangers del Ejército de los Estados Unidos durante el Plan Colombia, con entrenamientos de altísima complejidad.
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Los comandos, además de su habilidad en el agua, se reentrenan bajo el intenso calor del mediodía. Con modernos fusiles, entregados por los estadounidenses, hacen polígono en la base de Larandia. Disparan con diferentes técnicas para mantener en óptima condición su puntería.
Y también entrenan en las alturas. Desde esta torre se lanzan una y otra vez, simulando operaciones de asalto desde helicópteros, en las que cualquier error puede ser fatal.
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Y cuando reciben el llamado para entrar en acción son acompañados por los pilotos de la aviación del Ejército, que entran y salen con ellos de las áreas más peligrosas.
“No hay mayor alegría que ver llegar a los helicópteros del Ejército”, dice Miguel Ángel Soto, soldado de la brigada contra el narcotráfico.
Los pilotos del Ejército reconocen que el Plan Colombia les cambió diametralmente su manera de volar.
Como lo señala el coronel Ramiro José Urueña, jefe de operaciones de la brigada 25 de Aviación: "No era nada raro que una tripulación se embarcara a las 9:00 pm y al otro día seguían volando. Hoy con la experiencia del Plan Colombia se reguló las horas de día y de noche".
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Los 59 helicópteros que Washington entregó a la Aviación del Ejército, para el general Ramiro José Barrios, inclinaron la balanza en la guerra contra las FARC.
"Empezamos a llevar tropas rápidamente a sitios, a hacer reposición de tropas y asaltos aéreos, y ganar algo que para nosotros es fundamental: la sorpresa", indica Barros.
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Y esta movilidad se le sumo otra ventaja táctica, las operaciones nocturnas con visores especiales.
“Volar de noche y otras técnicas de movilidad en áreas de combate le permitieron a la aviación del Ejército participar en contundentes golpes contra las FARC, como la operación Jaque en la que este helicóptero MI17 hizo parte del engaño a la guerrilla”, dice Andrés Vargas, piloto de operaciones especiales del Ejército.
Añade el teniente coronel Mauricio Esteban, comandante de operaciones especiales del Ejército, que: "las operaciones que se realizaron contra ‘Reyes’, ‘El mono Jojoy’, ‘Cano’, para liberar a mi general Mendieta pueden ser un ejemplo sencillo".
Estos golpes, según Barrios, llevaron a las FARC a hablar de paz. "El Plan Colombia generó unas capacidades que nos permitieron a nosotros debilitar militarmente a las FARC y eso fue en factor para que ellos consideraran una salida negociada", cree Barrios, el comandante de división de asalto aéreo del Ejército.
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Fue una guerra en la que muchos perdieron la vida: 63 militares entre pilotos, tripulantes y uniformados de la Aviación del Ejército. Sus compañeros en estos 15 años los recuerdan.