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Bioparque Los Ocarros, el refugio de los animales que no pueden regresar a la vida silvestre

Alrededor de 100 animales todos los días en Colombia son rescatados del tráfico ilegal de fauna silvestre. En el Bioparque Los Ocarros hay 213 animales que han sido recuperados en medio de dolorosas circunstancias.

Bioparque Los Ocarros, el refugio de los animales que no pueden regresar a la vida silvestre

A 10 minutos de Villavicencio, en la vía a Restrepo, Meta, hay un micromundo donde confluyen muchas historias de segundas oportunidades: el Bioparque Los Ocarros, un refugio para los animales víctimas de la crueldad o capricho humano.

Nosotros no somos zoológico que los estamos extrayendo de su medio natural para exhibirlos como tal. Por el contrario, buscamos que todos los animales existentes estén precisamente donde corresponden”, explicó Fernando Herrera, coordinador técnico del Bioparque Los Ocarros.

Es que los animales que ingresan al refugio silvestre lo hacen a través de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena, Cormacarena.

Actualmente, en el Bioparaque Los Ocarros hay 213 animales entre aves, mamíferos y reptiles. Todos los que han llegado a este espacio son producto de algún tipo de actividad irresponsable del ser humano.

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El tráfico de fauna silvestre, mascotización de los individuos, atropellamientos, rescates de caza indiscriminada de animales para consumo o producción de objetos comerciales hacen parte de la oscura lista.

Hay una ocarra que, por ejemplo, iba a ser consumida en una plaza de mercado cerca a Puerto Gaitán o una danta gigante que era la mascota de una familia. También está el aberrante caso de dos osas de anteojos a las cuales les mataron a sus mamás; una de ellas creció en una jaula de 5x5 en Silvia, Cauca, de donde fue rescatada. Ninguno puede volver a sus entonos naturales.

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“Ninguno puede volver porque tiene una condición de salud que le impediría sobrevivir, desplazarse bien, conseguir su alimento en vida silvestre o tiene una condición comportamental que tampoco le permitiría volver a vida silvestre”, señaló Pablo Cruz, coordinador de salud y bienestar del Bioparque Los Ocarros.

También hay un jaguar que creció en una casa siendo alimentado con biberón, llegó al parque tras empezar a manifestar comportamientos agresivos y, aunque su naturaleza comenzó a manifestarse, hoy no podría ser liberado.

“Él no tiene las habilidades de caza que le permitirían sobrevivir, además al tener ese contacto con humanos es muy probable que busque los asentamientos humanos y al acercarse a los seres humanos, pues es muy probable que lo maten”, dijo Cruz.

Y así es como se condena a la silvestre a vivir en jaulas. Aunque en este bioparque hay más de 60 profesionales dedicados a cuidarlos día y noche para recrear el mejor ambiente posible para que estos seres estén bien, nunca disfrutaran de lo más preciado: su libertad.

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“Aquí somos conscientes de que así sea el espacio más bonito que podamos tener no es el hábitat que queremos nosotros”, manifestó Herrera.

Pero ellos trabajan duro y con el corazón para que ojalá nunca les vaya a ocurrir lo mismo que pasó con Pancho y Chita, los chimpancés que escaparon el pasado domingo del Parque Ukumarí en Pereira y fueron sacrificados.

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Muy lamentable y nos duele en el alma lo que les pasó a esos dos ejemplares. Creo que para evitar eso nosotros aquí diariamente hacemos rondas de seguridad, pero cada persona que está aquí desde su área tiene la obligación de estar pendiente, pasando y revisando cómo están las estructuras”, indicó Fernando Herrera.

El 50% de los animales que son rescatados por Cormacarena pueden regresar a sus entornos, el 30% se queda en el Bioparque Los Ocarros, donde con amor y dedicación tratan de sanar sus almas rotas mientras siembran en los corazones de quienes los visitan el respeto a la vida de todas las especies y martillan en un mensaje salvador:

No teniéndolos como mascotas, no comprándolos en las vías, en el caso de los atropellamientos, moderando la velocidad en las vías,
Pablo Cruz

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