
Andrés Barbosa fue condenado a 16 años de prisión por haber acabado con la vida de su propio hermano Jeffer Barbosa, quien atacó a la hija de este hombre. Tras 14 años recluido en diferentes cárceles y actualmente en la cárcel La Picota de Bogotá, Andrés contó su historia y manifestó que lleva todos estos años arrepintiéndose por lo que hizo.
Barbosa habló en el video podcast Conducta Delictiva sobre el crimen que cometió en el año 2011 y dijo que “ya han pasado un poco de años y es como si hubiera sido ayer, de pronto un poquitico el cargo de conciencia, pues porque era mi hermano y también lo amaba mucho, pero para los hombres hay cosas que no se pueden perdonar”.
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Andrés, durante varios años, tuvo una vida delictiva y pagó condenas de cárceles por delitos de hurto. En una oportunidad, estuvo pagando por el robo de un celular junto con su hermano y ambos estuvieron viviendo en un pabellón. Según Andrés, su hermano se endeudó con otros reclusos con licor y estupefacientes, no pagó, logró escapar de las personas a las que les debía y estas terminaron haciendo pagar a Andrés con una fuerte golpiza.
Unos aretes, el inicio de la tragedia
El recluso explicó en el video podcast Conducta Delictiva que “por unos aretes de 350.000 pesos estoy aquí, porque no me pude contener de qué momento pasaban esas cosas y dejarlo pasar por alto”. A los dos meses de que la hija del recluso recibió los aretes, “mi hermano se los roba, pero no lo puede hacer bien. La niña corre la carita para un lado y solamente se le lleva uno, le quita el izquierdo y no sé en qué piensa y ocurre que de pronto saca un cortopunzante y pasan cosas”. El hermano de Andrés, por quitarle los aretes a su sobrina, terminó apuñalándola.
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En ese momento, contó, él estaba trayendo la panela para el desayuno del siguiente día. “Yo salgo por un segundo piso y le decía a mi esposa: ‘Ariana, ¿qué pasó? ¿La niña que pasa que no llega?" Entonces, ya uno siente como ese miedo, esa nostalgia que pasó algo. No estaba seguro de qué estaba pasando”, narró.
Recordó que en ese momento salió de su casa en chanclas “y ahí estaba. Lo único que hago es auxiliarla y la llevé al hospital de Meissen. La logramos salvar, pero se complicó eso porque ella no quería estudiar. En ese tiempo, las señoritas tenían en el ombligo que su piercing, que su cosa, que su vaina, que su tatuaje, que sus estrellas. Entonces, ella se sentía un poquito complicada porque ya no podía hacer lo mismo”.
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Un habitante de calle le contó a Andrés lo que había sucedido. “Duré como unas 4 horas donde yo digo, pero ¿cómo así? ¿Quién pasó? ¿Quién fue el man? ¿Cómo que nadie lo vio? Yo voy a averiguar”, manifestó.
Luego de enterarse de lo que su hermano había hecho, tomó un arma de fuego y estaba decidido a acabar con la vida de su hermano. “Le hice casería 17 días. Yo ya no podía llegar a la casa a saludar. El domingo lo veo en la iglesia y yo lo iba a matar al man ahí en la en la puerta de la iglesia. Entonces, yo llego, le levanto la gorra y se lo pongo (el revolver) en la frente. Resulta que yo lo dejo ahí y no le hago nada”.
Días después, dijo Andrés, se encontró a su hermano en el centro de Bogotá. “Yo estaba cruzado de brazos y le dije que el domingo lo había visto en la iglesia, que le había puesto el fierro en la frente y no lo había querido matar. Él sacó la navaja y yo le dije ‘listo’. Entonces, como estaba alcoholizado volvió a guardarla y sacó una pipa y fumó. Cuando estaba prendiendo el fósforo, le dije que iba a ser el último que se iba a pegar”.
“Primero le pegué una puñalada en la pierna izquierda y ahí se cayó al piso. A mí me dio rabia. Me enceguecí y le pegué nueve más con ese cuchillo. Con la que le di en la pierna izquierda bastaba y sobraba”, narró.
"Mi mamá decía que un día nos íbamos a matar como hermanos"
Andrés también contó que tenía la intención de quitarle la vida a la persona que estaba con su hermano. Le dijo que si lo delataba lo iba a asesinar. “El man se perdió. Nunca más lo volví a ver. Las personas decían que se había desaparecido”.
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Cuando Andrés llegó a su casa, dijo, “me daban ganas de llorar. Mi mamá nos decía que un día nos íbamos a matar entre hermanos. Mi mamá se fue para el puente peatonal donde se la pasaba Jeffer. Salió un loquito y le dijo a mi mamá que los hijos se habían agarrado y mi hermano había muerto. Ahí se acabó todo. Qué pecado con mi mamá”.
Andrés se entregó a las autoridades por el asesinato de su hermano. “A veces el cargo de consciencia es todo. Yo duré 17 días por la calle. El cargo de consciencia no era tranquilo conmigo, entonces tenía que entregarme”.
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Andrés dijo que “lo único que pido es que Dios me perdone y tener el perdón de mi mamá. Ese es el único dolor que siento, que ella tenga paz en su corazón y me pueda perdonar algún día”.
Por último, Andrés dijo que no ha hablado del tema con su hija, quien hoy tiene 24 años. Aseguró que tienen pendiente esa conversación y se dará cuando él salga de prisión.
CAMILO ROJAS, PERIODISTA NOTICIAS CARACOL
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