“Gloria a Dios”, decía tras sobrevivir a una golpiza y denunciar al hombre. Dos semanas antes de la conciliación, la apuñaló mortalmente frente a su hijita.
“No hace sino mandar cantidad de mensajes y si no le contesto el WhatsApp entonces llama y no…”, descripciones como esta reflejaban el flagelo que vivió Marisol Rodríguez por cuenta de una relación tortuosa con su expareja.
Cansada de los malos tratos, acudió a las autoridades en Santander para denunciar. En el juzgado la citaron tanto a ella como a él para conciliar, una diligencia que debía cumplirse el 29 de octubre.
La víctima, de 28 años, creía que se había librado de quien se convirtiera luego en su verdugo. De hecho, en otra comunicación celebró que pudo salir ilesa de la última golpiza que le dio el hombre con el que convivió por diez años.
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"Dijo mi madre que le daba gracias a Dios que estaba ya compartiendo aquí con ellos y sonriendo y riéndonos (y si no) estarían por ahí era velándome. Gloria a Dios", relató.
Fernando Rodríguez, hermano de Marisol, dice que ella le manifestó que su expareja no podía acercarse luego de la denuncia. Supuestamente, las autoridades le prometieron que la vigilarían, pero “nunca fueron a hacerle presencia”.
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Posteriormente, ocurrió lo que parece una tragedia anunciada: el hombre de 30 años llegó a la vivienda donde vivía Marisol con la niña de 7 años, hija de la pareja, y la atacó con arma blanca.
Pese a que la joven intentó refugiarse en la casa de un vecino, el señalado homicida le quitó la vida e intentó acabar con la propia, pero no lo logró y permanece en un centro médico bajo vigilancia de la Policía.