Su nombre es Pandian Arugumasamy. Es ‘made in India’ y se supone que debería estar parado justo en el edificio Taj Mahal, pero no, está jugando criquet en un parque de Medellín .
Ni él mismo sabe cómo resultó en la capital antioqueña, pero lo único cierto es que jugar al criquet con sus amigos lo hace muy feliz.
“Esto nos hace sentir que estamos en la misma tierra, jugando con los amigos indios, entonces el deporte es una gran emoción de unirnos, jugar criquet y, más allá de ese momento, es como si estuviéramos allá”, dice en un castellano que deja sentir las huellas de su lengua materna.
Desde que inmigraron de la India les ha tocado no solo aprender a comerbandeja paisa , sino a buscar trabajo.
Publicidad
“Aprendemos rápido y acostumbrarse con gente de Colombia es más fácil después de los años”, afirma entre risas Balaji Krishnan, otra inmigrante de la India.
Batean tan fuerte la pelota, como nosotros quisiéramos tratar al coronavirus. Así llueva, truene o relampaguee, este grupo de indios saca un momento para ejercitarse y recordar las tradiciones de su país.
Publicidad
Están en Medellín y sus familias se quedaron en la India . Quienes los ven jugar son su compañía. Cecilia López, una vendedora informal es su fiel espectadora.
“Ellos salen a jugar acá y son muy divertidos, son muy amables, son cariñosos, me gusta la recocha que hacen el juego. Es muy divertido para uno mirarlo”, cuenta la mujer.
La indumentaria y la cancha de césped se las tienen que imaginar. Aunque le sacan jugo al deporte, la cita sabatina es un ritual al que no se puede faltar.
Esta es su única diversión en plena pandemia. Mientras que la vida de Medellín les pasa por el lado, ellos prefieren dar un batazo que los lleve justo a sus lugares sagrados.
Publicidad
Colombia los ha acogido con todo y buda, pero ellos llegaron a construirse su propio mundo en donde también elCOVID-19 mata y ellos no piensan servirle de conejillo de indias.