El exnegociador de la FARC está al frente de un proyecto productivo, tiene una bebé y dice que espera con temor lo que pueda pasar en el gobierno de Iván Duque.
Joaquín Gómez regresó a La Guajira a una vida muy distinta a la que vivió durante 33 años como guerrillero de las FARC. El exmiembro del secretariado ahora hace parte del ETCR o Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación en Pondores y Conejo, en el mismo departamento donde nació hace 71 años.
“En el monte había que estar pendiente y enfrentar el enemigo permanente, acá pues es más tranquilo pero no se sabe hasta donde llegue esa tranquilidad porque puede que haya una calma chicha; incertidumbre a la espera de lo que el nuevo gobierno pueda traer”, dice.
“Yo ni vivo en Suiza, soy colombiano y conozco la historia de los dirigentes colombianos y de lo que es capaz la ultraderecha. Entonces por qué voy a creer en pájaros preñados e ilusiones sabiendo uno lo que se puede venir”, añade.
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En eso tiene razón, su vida no ha sido como en Suiza ni en ese país se conocen prontuarios como el suyo.
Su nombre de pila es Milton de Jesús Doncel Redondo, fue parte del equipo negociador de la guerrilla durante el fallido proceso de paz de Andrés Pastrana, y en el de La Habana, en el proceso de Juan Manuel Santos. Fue comandante del bloque sur, la persona que tomó el lugar del abatido ‘Raúl Reyes’. Tiene 55 órdenes de captura, 22 medidas de aseguramiento y sus crímenes podrían sumar más de 330 años de cárcel.
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Dejó por Colombia una estela de sangre y no considera que le corresponde pedir perdón.
“No que yo sepa, no recuerdo a quien le tenga que pedir perdón. Nunca abuse del poder ni hice algo de lo que deba avergonzarme”, asevera.
Y al igual que otros exmiembros del Secretariado, cree que la posible extradición de Jesús Santrich es el resultado de una mentira.
“De Santrich pienso que es un montaje y después ese montaje se lo van a aplicar a Márquez y a todos los demás”, explica.
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Estados Unidos aun ofrece 2,5 millones de dólares por la captura de este hombre cobijado por el acuerdo de paz y quien hoy tiene una vida nueva. Se volvió a enamorar de una mujer casi 50 años menor que él y tiene una hija de ochos meses, además no descarta ser candidato para la gobernación de La Guajira.
En el espacio que comparte con 230 excombatientes que lo consideran aún su comandante, denuncia que el Estado no les ha cumplido con lo pactado en La Habana.
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“Aquí hasta el momento el gobierno no ha dado ni cinco centavos. Todo lo que ve es el resultado de nuestro esfuerzo y de la bancarización porque aquí no ha llegado ni un centavo de lo que han donado”, asegura.
Se refiere al proyecto productivo que lidera junto con una cooperativa compuesta por excombatientes. Cultivan 13 hectáreas de plátano, tomate, ají, entre otras cosas.
La tierra la trabajan hombres en su mayoría indultados, como Ever de Jesús Sánchez quien pasó 20 años con las FARC, 14 de ellos en la cárcel acusado de secuestro, rebelión y homicidio. Apenas salió se vino para Pondores.
“Está es mi familia, los guerrilleros, y al salir de la cárcel toca es buscar a la familia y esta es la mía”, explica Ever.
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Su familia biológica está en Antioquía, son campesinos. Como ellos, Ever hoy se defiende en la vida con un azadón.
“Nosotros mismos estamos impulsando esa cooperativa con nuestro propio sudor”, añade.
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“No hemos tenido apoyo concreto del Estado con recursos. Aquí hemos tenido ayuda de Naciones Unidas de su programa de alimentos que no solo comercializa nuestros recursos sino que nos ayudan con el tema de infraestructura y adaptación de suelos”, eso dice Marcos Martínez, alias ‘Sigifredo’, el administrador del proyecto de Pondores.
“Aquí lo que tenemos es un personal trabajando a conciencia y su retribución ha sido nula o nada”, añade.
Martínez lleva sus propias cuentas. Pasó 24 años como guerrillero, calcula haber participado en por lo menos 80 combates con un número que desconoce de víctimas de lado y lado, entre ellas sus dos hermanos.
Ahora cuenta son los frutos de esta tierra y espera que el nuevo gobierno dé cabida a su proyecto político.
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“Nosotros tenemos un plan compartido y nuestra preocupación es darle continuidad a ese plan estratégico que solo cambia es la manera de lucha”, enfatiza.
Desde La Guajira estos tres hombres observan la política de cerca.
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Sánchez, con la esperanza de que la paz crezca como sus plátanos, Martínez con el entusiasmo de quien se estrena en la democracia y Gómez, el más curtido de los tres en asuntos de guerra y policía, con mucha incertidumbre.