Para Adele Christopher, más que un asunto de idioma es un tema de identidad raizal. Su compromiso lo llevó, junto a otros, a traducir el Nuevo Testamento.
“El creole no es un inglés mal hablado como muchos piensan, tampoco es patuá”, dice Christopher.
“Soy el hombre creole, lo puedo hablar y entender, presten todos atención, hablen creole en mi tierra. El creole es mi lengua, es mía, nací con ella, está en mi sangre y en mi piel”, sintetiza en un poema.