Marcela Aristizábal sufrió un cruel ataque hace unos 15 años: “Me pusieron un sombrero con pegante en la cabeza”. Fue la venganza de un hombre con el que tenía una relación, la misma que ella decidió acabar.
La cogieron desprevenida y, como ella lo indica, le pusieron un sombrero con pegante en la cabeza. Entre las cosas dolorosas está que Marcela logró detener al autor material, “se lo entregué a la Policía y al día siguiente lo dejaron ir como si nada hubiera pasado”.
“Da mucho susto, da rabia, impotencia y más rabia que no pasa nada y que la mujer está desprotegida en el país, desnudas ante ese tipo de maltratos”, manifiesta sobre ese episodio.
Un policía decidió ayudarle y le recomendó aplicarse gasolina para retirar el pegante. Funcionó, pero pagó un alto precio, porque se le irritó la piel y luego de unos años se le oxidó completamente la fibra capilar.
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Marcela sacó fuerzas de donde pudo para seguir con su vida e investigó cómo podía recuperar su cuero cabelludo: “descubrí la composición física de las frutas y cómo pueden ayudar a recuperar el pelo”.
Dice que fue un proceso muy largo y de mucha aceptación, pero al final lo logró. Sanó sus heridas y emprendió con su producto que hoy es su vida, y que además les da oportunidad laboral a centenares de mujeres en el país.
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Empecé a trabajar con la mujer y no solamente a llevar una historia como bandera, sino miles de historias, grupos de mujeres que nos estamos reencontramos con nosotras mismas
Finalmente, asegura que hoy hay que darle el protagonismo a la mujer maltratada y no al maltratador, a la mujer resiliente y renaciente en todo el proceso.