Dicen que si la barriga está llena, el corazón está contento. Y, en este caso, sí que es real. En esta microempresa de alimentos no solo le dan de comer a personas que cumplieron condenas en centros de reclusión de Medellín, sino que les brindan empleo y les abren las puertas para que tengan una segunda oportunidad.
"Hay que construir la paz, y tenemos que lograrlo. Si cada empresa en Colombia utilizará una personita de estas, no habría un solo pospenado en la calle", expresó Carlos Enrique Tabares, fundador de la empresa Enripan.
Los empleados de esta panadería ven en el local una oportunidad para crecer y capacitarse, como Yesid López, que es panadero: "Hemos aprendido muchas cosas que no sabíamos, como hacer un pan, después de una experiencia mal vivida por los errores que uno comete en el pasado y ahora estamos acá, resocializándonos".
A medida que preparan los panes, estos hombres y mujeres, que por tantos años estuvieron en las cárceles de la ciudad, amasan sus sueños. Gracias a este trabajo, la vida se hace un poco más fácil después del error.
Álex Mazo ya es todo un experto en la materia: "Excelente, vamos superbien, cada vez mejorando más. Hago cruasanes, churros, roscones, pasteles y palos de queso".
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La familia Tabares es la responsable de estas sonrisas, ellos decidieron crear una empresa que le diera empleo a quienes muchas veces son rechazados. Y estos panes tienen un sabor especial.
"Saben a victorias, a exitosos, a felicidad, a tranquilidad. Son deliciosos", aseguró el panadero Jhon Jairo Rivera.
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Fabrican productos para algunas tiendas de cárceles y centros de reclusión como el de Bellavista y Pedregal. Aunque falta aún mucho camino por recorrer en la inclusión, en este lugar ya le están caminado al tema.
Huele muy rico y no es solo porque el pan ya está listo. Ver que quienes quieren cambiar salen adelante es muy bueno y reconfortante. Lo mejor es que eso no engorda.