Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
La Novena de Navidad es una tradición muy valorada dentro de la cultura cristiana, especialmente en muchos países de América Latina. Se trata de nueve días de preparación espiritual que anteceden al nacimiento de Jesús.
Más allá de una simple costumbre, representa un tiempo para fortalecer la fe, compartir en familia y reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad: la llegada de la esperanza, la paz y el amor a nuestras vidas. Cada jornada de la novena invita a la meditación sobre aspectos fundamentales de la vida cristiana, acompañada de oraciones que acercan el corazón a Dios.
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tu misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que guardaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza nueve veces el Avemaría)
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Publicidad
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).
Acordáos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado".
Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Publicidad
Concedednos por los méritos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, ¡oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica.
Amén.
Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos.
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co