Atendiendo una cita de consulta externa habría empezado su calvario. El coronavirus entró en su cuerpo, pese a que se había obsesionado con el autocuidado.
“La dificultad fue empeorando y me tocó UCI con respiración artificial o sea la evolución mía fue rápida, en menos de una semana yo ya estaba en UCI”, indicó Muñoz.
En cuestión de horas, la enfermedad avanzó sin piedad y llegó el momento que, como médico con 36 años de experiencia, más le atemorizaba: ser intubado.
En el punto más crítico, el COVID-19 dio tregua. El médico Germán Muñoz salió de la unidad de cuidados intensivos y empezó las terapias para poder recobrar la movilidad del cuerpo junto con la funcionalidad de sus pulmones.
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Por el COVID-19 perdió 30 kilos y en su cuerpo aún quedan rastros de aquellos momentos de dolor.
El doctor Germán vivió para hablar de su historia y corrió con la suerte que no tuvieron los cinco profesionales de la salud, entre ellos un médico forense, un psicólogo, una nutricionista y un colega suyo, que en menos de un mes perdieron la batalla contra el coronavirus en Santander.
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“Para mí hubo como un milagrito, porque digamos que no daban mucho por mi vida y mejore rápidamente. Yo digo que fue gracias a Dios, a las oraciones de mi familia y de mis seres queridos”, dice.