Una trabajadora informal denuncia que la arrendataria de la vivienda donde ella vive, en Mosquera, Cundinamarca, acudió al lugar con dos hombres para que retiraran un par de tejas. Esto como forma de presionarla para que abandone el predio.
El problema radica en que el arriendo de la casa era pagado en sociedad con otro inquilino, es decir, cada uno cancelaba una parte. Sin embargo, la otra persona se marchó del sitio y la madre de las dos niñas solo puede costear su cuota.
La dueña de la vivienda no aceptó esa parte del pago de arriendo y como represalia ordenó quitar las tejas.
Dice la madre que le angustia la suerte de sus dos pequeñas, una tiene 7 años y la otra apenas un mes de nacida. A la mayor la deja viendo televisión y le asigna la responsabilidad de cuidar a su hermanita.
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“Las tengo prácticamente acá adentro descampando. La Policía me dijo que tenía una semana para irme”, contó la joven.
Luego de que le retiraran las tejas, usó plásticos para reemplazarlas, pero el frío y los zancudos hacen de las suyas, sobre todo en la madrugada.
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“Eso no se hace”, lamenta esta madre que, cuando su hija mayor le dice que tiene frío, solo le puede decir que se ponga una chaqueta.
Está buscando un nuevo hogar, pero por el hecho de ser informal nadie le arrienda. Espera que la Alcaldía de Mosquera le dé una mano para sortear esta difícil situación.
Antes de la pandemia, trabajaba en un bar del sur de Bogotá como mesera, pero por el cierre de estos establecimientos se quedó sin empleo y ahora debe rebuscarse.
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