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La Plaza Minorista José María Villa de Medellín es conocida por cientos y cientos de habitantes de la capital antioqueña. Este emblemático lugar no solo es un punto clave para el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad, sino también un referente cada vez más importante en lo que respecta a la economía circular y el consumo consciente. Dentro de sus instalaciones, que diariamente reciben a una multitud de compradores, se han hecho especialmente populares las tiendas de segunda mano: pequeños locales donde comerciantes, con gran dedicación, ofrecen prendas de vestir usadas pero en excelente estado, listas para ser reutilizadas por nuevas familias. Lo más llamativo de esta oferta es que, a pesar de la calidad y variedad disponible, gran parte de estos productos no superan los 30.000 pesos, lo que convierte al lugar en una opción sumamente atractiva para quienes buscan vestir bien sin gastar mucho dinero.
Con el objetivo de economizar, aportar al cuidado del medio ambiente o encontrar prendas muy específicas que no siempre se consiguen en los almacenes tradicionales, cada día muchos paisas se acercan a estas tiendas. Allí adquieren calzado, camisas, chaquetas y hasta uniformes escolares, siendo estos últimos una necesidad constante para las familias con hijos en edad escolar. Los precios, aunque varían según el estado y tipo de prenda, se mantienen accesibles. De hecho, los mismos comerciantes del sector afirman con convicción que, con apenas 35.000 pesos, cualquier persona puede armarse una pinta completa para ocasiones especiales como el Día de las Velitas, la Navidad o el Fin de Año, sin tener que recurrir a grandes centros comerciales ni endeudarse por ropa que solo usará una vez.
Por ejemplo, un par de tenis o zapatos aptos para el trabajo puede costar entre 25.000 y 30.000 pesos, mientras que camisas o pantalones de segunda mano pueden encontrarse por tan solo 6.000 pesos. Aunque algunas personas todavía desconfían de este tipo de productos, temiendo por su higiene o durabilidad, lo cierto es que detrás de cada artículo ofrecido hay un grupo de trabajadores que, con compromiso y esmero, se encargan de dejarlos en óptimas condiciones. En la plaza, estos trabajadores no solo lavan las prendas, sino que también reparan el calzado con técnicas especializadas, que incluyen desde el reemplazo de suelas hasta la incorporación de piezas de otros zapatos, logrando así extender su vida útil. Todo esto se realiza con maquinaria diversa, adaptada para reparar, mejorar o renovar los productos que llegan desde diferentes rincones del país.
En este nuevo capítulo de A la calle, la periodista Érika Zapata recorrió la icónica plaza para conversar con sus visitantes, comerciantes y también con los administrativos que día tras día hacen posible el funcionamiento de este centro comercial popular. Durante su recorrido, se topó con historias que reflejan el verdadero espíritu de este lugar: solidaridad, ingenio y supervivencia. Allí, según relatan los propios comerciantes, es posible encontrar incluso prendas íntimas en buen estado por precios tan bajos como 6.000 o 5.000 pesos, lo que evidencia el alcance y la variedad de esta oferta que no deja de sorprender.
Particularmente en el sector 13 de la Plaza Minorista, ubicado en los balcones del lugar, se concentra una parte importante de este comercio de segunda mano. Esta zona maneja una apuesta que, si bien puede resultar controversial para algunos por tratarse de productos usados, es vista por muchos otros como una alternativa necesaria, práctica y razonable frente al consumo desmedido y la presión constante de comprar siempre lo nuevo. Para quienes piensan en cuidar su bolsillo, evitar el desperdicio o simplemente buscar tesoros ocultos en forma de ropa y calzado, este sector representa una solución viable, honesta y cada vez más valorada dentro del paisaje urbano de Medellín.
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JULIÁN CAMILO SANDOVAL
NOTICIAS CARACOL DIGITAL
JSANDOVAL@CARACOLTV.COM.CO