Andrés Caicedo escribió cartas hasta el viernes 4 de marzo de 1977, el día de su suicidio, la misma fecha que recibió la primera copia impresa de su novela ‘¡Que viva la música!’.
Este niño genio, tartamudo, de lentes grandes, que escribió cuentos, guiones, creador de la revista Ojo al Cine, decía que vivir más de 25 años era vergonzoso, y fue a esa edad que tomó la decisión de quitarse la vida.
Su hermana Rosario reveló que la carta en la que le contó a su mamá que pensaba suicidarse la escribió en 1975, “sin fecha, por lo tanto, no es unos días antes, es una hermosísima carta, fue la que abrió el libro de Alberto Fuguet de 2008, ‘Mi cuerpo es una celda’”.
Al ser preguntada por las angustias de Andrés para tomar esa decisión, ella contó que el escritor “siempre habló de las palabras del famoso actor y cómico, Robin Williams, norteamericano, que cuando le preguntaron -se suicidó, entre paréntesis- algo sobre sus angustias respondió: ‘life is not for everybody’, la vida no es para todo el mundo”.
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Rosario afirmó que la obsesión de su hermano era el cine y habló y escribió del tema “hasta el día que se murió”.
De todo lo que escribió Andrés Caicedo
, su hermana sostuvo que se quedaba con esta frase: “en algún momento me dijo esto: ‘Rosarito, que nadie en la vida te quite el derecho a disentir, que nadie en la vida te quite el derecho que tú tienes a no estar de acuerdo con lo que las personas dicen que tú tienes que estar de acuerdo’”.