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Una propuesta educativa que nació en el nivel de preescolar de un colegio privado de Bogotá será implementada en Japón luego de obtener un galardón internacional. Se trata del "aula de la tranquilidad", un espacio diseñado en el Colegio Nueva York bajo la dirección de la docente Meliza Peña Beltrán, que involucra dentro de sus procesos la pedagogía, neurociencia y diseño arquitectónico con el fin de favorecer la regulación emocional y la resolución de conflictos en niños de hasta siete años.
El proyecto obtuvo un reconocimiento en Canadá dentro de una convocatoria que distingue experiencias pedagógicas innovadoras, y su siguiente paso será la adaptación en cinco colegios japoneses, donde se replicará con asesoría directa de su creadora. La iniciativa surgió a partir de una pregunta que se suele plantear en la comunidad educativa: ¿cómo enseñar a los niños de primera infancia a manejar sus emociones y a resolver los desacuerdos de manera pacífica?
De acuerdo con la profesora Peña, los escenarios tradicionales de disciplina, ya sean los llamados de atención o sanciones, no siempre ayudan a que los estudiantes comprendan el origen del conflicto ni aprendan estrategias de autorregulación. Esto la llevó a explorar la neuroarquitectura, una disciplina que estudia cómo los espacios físicos influyen en el comportamiento, las emociones y la productividad de las personas.
Con base en esos principios, y utilizando materiales elaborados a mano, Peña construyó un ambiente dentro del colegio en el que cada elemento cumple una función simbólica y pedagógica. El eje central del aula es un árbol de manzano: sus raíces representan el surgimiento del problema, el tronco la búsqueda de orientación y los frutos la posibilidad de alcanzar acuerdos. Esta metáfora permite que los niños comprendan de forma sencilla cómo se desarrolla un proceso de conciliación.
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El "aula de la tranquilidad" funciona como un recurso metodológico. Los estudiantes que enfrentan una dificultad con sus compañeros ingresan al aula acompañados de un docente. Allí se sientan en círculo, identifican qué provocó la molestia y, con la ayuda de actividades de respiración, diálogo guiado o juegos simbólicos, llegan a acuerdos que les permiten reincorporarse a las clases con un nuevo aprendizaje.
El modelo de este colegio está inspirado en los círculos restaurativos, una práctica que busca que los conflictos se conviertan en oportunidades para el aprendizaje y no en motivo de sanción. Según la directora de preescolar, este proceso ha permitido que los niños reconozcan sus emociones y desarrollen habilidades de empatía desde los primeros años de escolaridad. Aunque fue creado para estudiantes de jardín y transición, el aula también ha sido utilizada por padres y funcionarios del colegio, quienes han encontrado en el espacio un ambiente propicio para la reflexión.
El aula fue presentada en un encuentro académico en Canadá dedicado a la innovación educativa. Allí recibió un premio que destacó su carácter interdisciplinario, al integrar conceptos de neurociencia, arquitectura y pedagogía. Este reconocimiento abrió la posibilidad de que el proyecto fuera replicado fuera de Colombia. Japón, un país que se caracteriza por una cultura educativa rigurosa y que en los últimos años ha buscado estrategias para manejar el estrés y la presión en la infancia, mostró interés en el modelo.
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Según Peña, el acuerdo inicial contempla la implementación en cinco instituciones japonesas, que recibirán acompañamiento directo de su parte para adaptar el concepto a su contexto cultural. Hasta ahora, la mayor parte de las aplicaciones de la neuroarquitectura se había dado en oficinas y entornos laborales, pero no en la educación preescolar, por eso Colombia es considerada como pionera en la creación de estos nuevos espacios educativos.
Docentes del nivel de preescolar del Colegio Nueva York reportan que los conflictos cotidianos, como discusiones por juguetes o desacuerdos en los juegos, se transforman en situaciones de aprendizaje y los niños que pasan por el aula logran regresar a clase con una mayor disposición para trabajar en grupo. Los padres también han resaltado la iniciativa, pues aseguran que los niños reproducen en sus hogares algunas de las estrategias de autorregulación aprendidas en el aula, como respirar antes de responder en una discusión o buscar acuerdos a través del diálogo.
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co