Pilar del Río estuvo casada con José Saramago desde 1988 hasta 2010, año en que el Nobel de Literatura falleció. El portugués vivió sus últimos 18 años en la isla de Lanzarote, una porción de tierra española en donde escribió gran parte de su obra.
Precisamente, esos años fueron plasmados por su esposa en la obra ‘La intuición de la isla. Los días de José Saramago en Lanzarote’.
El primer nobel portugués llega a la isla española impulsado por un empujón, el de la censura. El gobierno conservador de Cavaco Silva decidió eliminar su obra ‘El Evangelio según Jesucristo’ porque era tachado de “inmoral” y no gustaba entre líderes católicos.
En ese momento “Lanzarote sedujo a Saramago y ya se quedó ahí”, explica Pilar.
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Entre las páginas de este libro se cuentan anécdotas como la de María Kodama, recordada por su relación con otro genio de la literatura, el argentino Jorge Luis Borges. “Esa visita fue especial porque Saramago acababa de salir del hospital, había estado en coma. Los médicos no daban nada por su vida y se recompuso”.
José Saramago tenía la capacidad de recoger las epifanías y convertirlas en historias. Gracias a un centro comercial nace ‘La Caverna’, comiendo bacalao piensa en el ‘Ensayo sobre la ceguera’; pasando por un quiosco de Sevilla, ‘El Evangelio según Jesucristo’, y mirándose al espejo surgió ‘El hombre duplicado’.
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¿Cómo era vivir con un hombre al que las epifanías lo rodeaban? Para Pilar del Río fue “sorpresa”. Se considera “una mujer sorprendida porque la cotidianidad no era eso, pero de vez en cuando hacía una pregunta que no entraba en la normalidad de las relaciones. Era capaz de llegar un poco más allá”.
Quién ha dicho que José Saramago ya no está, si llena el espacio con sus palabras, comentarios, con su modo de pronunciar los nombres, acariciar los perros, sentarse ante el ordenador, poner un disco, mirar de frente; mirar y ver
Pilar del Río se hace a un lado de esta narración y de su parte hay una explicación: “Narro como periodista, porque los periodistas no estamos en lo que contamos, simplemente contamos, transmitimos los sentimientos, el alma, la fuerza, la luz, las contradicciones. Yo no quiero estar, simplemente quiero ser un puente, un camino que conduzca al lector o a la lectora hasta José Saramago. Esa es mi vocación, ser puente”.