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La elección del vestuario va mucho más allá de una simple decisión estética o funcional. La ropa que se elige a diario puede ser una manifestación silenciosa de estados emocionales, creencias personales, aspiraciones o incluso mecanismos de defensa psicológicos. El uso recurrente del color negro como única opción cromática en la vestimenta de una persona ha despertado el interés de expertos en imagen, psicología y comunicación no verbal. ¿Qué significa que alguien vista de negro todo el tiempo? ¿Es una elección consciente o una expresión inconsciente de su mundo interior?
La consultora internacional de imagen y coach en presencia ejecutiva, Claudia Merino, aseguró en Noticias Caracol que esta decisión va más allá de lo estético y se adentra en lo emocional: “significa que es una persona que no quiere ser vista, tiene falta de autoestima, falta de seguridad en sí misma”.
Este tipo de afirmaciones lleva a reflexionar sobre el papel que juega el color en la construcción de la identidad, en la expresión del estado de ánimo y en la manera en que una persona se relaciona con su entorno. Vestir de negro todo el tiempo no es simplemente una elección de estilo; puede ser una manifestación silenciosa de una necesidad de invisibilidad, de protección o de retraimiento emocional.
El negro, desde la psicología del color, es un tono que absorbe la luz y no refleja. Esta característica física se traduce simbólicamente en una actitud de contención, de introspección y de reserva. Para muchas personas, el negro representa un espacio seguro, un lugar donde pueden esconderse del juicio externo o de la exposición social. Claudia Merino lo expresa con claridad: “el vestir de negro hace que pases desapercibida y seas una más o uno más”.
Esta necesidad de pasar desapercibido puede estar vinculada a experiencias de inseguridad, baja autoestima o incluso a procesos emocionales más complejos. El negro, en este sentido, funciona como una especie de escudo visual que permite a la persona protegerse de la mirada ajena, evitar el protagonismo y mantenerse en un segundo plano.
La autoestima es un componente esencial en la manera en que una persona se presenta ante el mundo. Cuando esta es baja, es común que se adopten estrategias para minimizar la visibilidad, para evitar destacar o para no llamar la atención. En el ámbito de la imagen personal, estas estrategias pueden manifestarse en la elección de colores neutros, apagados o, como en este caso, en el uso exclusivo del negro.
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Merino señala que esta elección puede estar directamente relacionada con la falta de seguridad en sí misma: “el color negro habla de alguien que quiere como esconderse en el fondo, como que no quiere aparecer, como que no quiere ser alguien visto en realidad”. Esta afirmación sugiere que el negro no solo es una preferencia estética, sino una expresión emocional que comunica una necesidad de invisibilidad.
Además, el negro tiene la capacidad de uniformar. Cuando todos visten de negro, las diferencias se diluyen, las individualidades se apagan. Para alguien con baja autoestima, esta uniformidad puede ser reconfortante, porque elimina el riesgo de ser señalado, de ser diferente, de ser visto.
La relación entre el estado de ánimo y la elección del color es ampliamente reconocida en la psicología. Los colores vivos suelen asociarse con emociones positivas, mientras que los colores oscuros pueden reflejar tristeza, melancolía o introspección. En este marco, el uso constante del negro puede ser un indicador de un estado emocional persistente, como la depresión, la ansiedad o el agotamiento emocional. Claudia Merino lo afirma de manera contundente: “tiene que ver mucho con su estado de ánimo, también definitivamente”.
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La imagen personal es una forma de comunicación no verbal que transmite mensajes sobre quiénes somos, cómo nos sentimos y cómo queremos ser percibidos. El color de la ropa es un componente esencial de ese mensaje. Vestir de negro todo el tiempo puede comunicar distancia, reserva, autoridad, pero también tristeza, invisibilidad o falta de energía.
Desde el coaching en presencia ejecutiva, como el que realiza Claudia Merino, se trabaja precisamente en ayudar a las personas a alinear su imagen con sus objetivos personales y profesionales. Cuando alguien elige el negro como única opción, puede estar enviando un mensaje inconsciente que contradice sus aspiraciones. Por ejemplo, alguien que desea ser líder, inspirar confianza o generar cercanía, podría estar limitando su impacto al elegir un color que comunica lo contrario.
La intervención de un consultor de imagen puede ayudar a identificar estos desajustes y a trabajar en una transformación que no solo sea estética, sino también emocional y estratégica.
Reconocer que el uso constante del negro puede estar vinculado a aspectos emocionales es el primer paso para abordar el tema con sensibilidad y profundidad. No se trata de juzgar ni de imponer cambios, sino de comprender qué hay detrás de esa elección y cómo puede evolucionar hacia una expresión más auténtica y saludable. Algunas recomendaciones para quienes se identifican con esta situación podrían incluir:
ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL