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Durante años hemos escuchado que “el desayuno es la comida más importante del día”, pero tendencias como el ayuno intermitente han puesto en duda esta afirmación. Hoy el debate se centra en si es mejor iniciar la mañana con un plato nutritivo o dejar que el cuerpo extienda el ayuno nocturno.
La dietista estadounidense Marissa Meshulam sostiene que la primera comida del día cumple un papel clave: restablece los niveles de glucosa después de varias horas sin comer y aporta nutrientes esenciales para que el organismo funcione correctamente. “Un desayuno nutritivo que te hace sentir bien física y mentalmente puede despertar el deseo de seguir eligiendo opciones saludables”, aseguró.
Según Meshulam, incluir proteínas, grasas saludables, fibra y antioxidantes desde temprano favorece los niveles de energía y ayuda a controlar el apetito durante el resto de la jornada.
Aunque algunas personas dicen sentirse bien sin desayunar, varios estudios han encontrado que esta práctica puede tener consecuencias a largo plazo. Saltarse esta comida se asocia con un mayor riesgo de problemas metabólicos, enfermedades cardíacas y deterioro cognitivo.
Investigaciones publicadas en ScienceDirect analizaron 66 estudios que relacionan la ausencia de desayuno con obesidad, diabetes, alteraciones en la microbiota intestinal, enfermedades neurodegenerativas e incluso cáncer. Los expertos concluyeron que omitirlo afecta el equilibrio del cuerpo de múltiples formas:
“El ayuno prolongado altera el ritmo circadiano y el equilibrio hormonal, comprometiendo el metabolismo y aumentando la probabilidad de obesidad, enfermedades cardiovasculares y renales”, señalaron los investigadores.
Los especialistas coinciden en que la decisión depende de cada persona, pero los hallazgos sugieren que mantener una primera comida balanceada podría ser un escudo frente a múltiples enfermedades. Más que una costumbre cultural, desayunar podría ser un hábito de salud preventiva.
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