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El sistema solar continúa revelando sus secretos más profundos gracias a los avances tecnológicos en astronomía. En agosto de 2025, la NASA anunció el descubrimiento de una nueva luna orbitando Urano, el séptimo planeta del sistema solar. Este hallazgo fue posible gracias al Telescopio Espacial James Webb (JWST), una herramienta de observación que ha revolucionado la forma en que se estudian los cuerpos celestes más distantes y tenues.
La nueva luna, designada provisionalmente como S/2025 U1, tiene un diámetro estimado de apenas 10 kilómetros, lo que explica por qué permaneció oculta durante décadas, incluso para la sonda Voyager 2, que sobrevoló Urano en 1986.
Con este descubrimiento, el número total de lunas conocidas de Urano asciende a 29. La detección de S/2025 U1 fue realizada por un equipo de astrónomos del Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI), liderado por la científica Maryame El Moutamid. Utilizando la Cámara de Infrarrojo Cercano (NIRCam) del telescopio Webb, el equipo llevó a cabo 10 exposiciones de 40 minutos cada una, lo que permitió identificar la tenue señal de esta diminuta luna.
La luna se encuentra a aproximadamente 56.000 kilómetros del centro de Urano, una distancia relativamente cercana si se compara con la órbita de la Luna terrestre, que se sitúa a unos 384.400 kilómetros de la Tierra.
Uno de los aspectos más interesantes de S/2025 U1 es su órbita casi circular, lo que sugiere que probablemente se formó en su ubicación actual, en lugar de haber sido capturada por la gravedad del planeta en algún momento posterior. Esta característica es relevante porque indica una formación endógena, es decir, que la luna podría haber surgido del mismo disco de material que dio origen a Urano y sus otros satélites interiores.
La nueva luna orbita junto a otros pequeños satélites que se encuentran dentro de la trayectoria de las lunas más grandes del planeta: Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón, todas ellas nombradas en honor a personajes de las obras de William Shakespeare y Alexander Pope.
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Urano es conocido por tener un sistema de lunas y anillos particularmente complejo. Posee 13 anillos, divididos entre un sistema interno y dos anillos exteriores. A diferencia de los brillantes anillos de Saturno, los de Urano están compuestos por material oscuro, lo que dificulta su observación desde la Tierra.
Las 14 lunas interiores del planeta orbitan dentro de los anillos más tenues, y algunas de ellas desempeñan un papel crucial en mantener la estructura de estos anillos. Según el científico planetario Matthew Tiscareno, del Instituto SETI, “ningún otro planeta tiene tantas lunas interiores pequeñas como Urano, y sus complejas interacciones con los anillos sugieren una historia caótica que difumina la línea entre un sistema de anillos y uno de satélites”.
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Este tipo de configuración sugiere que el sistema de Urano ha experimentado eventos dinámicos significativos, como colisiones, capturas gravitacionales y redistribuciones de masa, que han moldeado su actual arquitectura orbital.
El Telescopio Espacial James Webb ha demostrado ser una herramienta sin precedentes para la exploración del sistema solar exterior. Su capacidad para detectar objetos extremadamente tenues y pequeños, como S/2025 U1, se debe a su avanzada tecnología infrarroja, que permite observar cuerpos celestes que emiten muy poca luz visible.
La detección de esta luna representa un avance significativo en la astronomía planetaria, ya que pone de manifiesto que aún existen cuerpos por descubrir en regiones del sistema solar que se creían bien cartografiadas. La Voyager 2, por ejemplo, fue incapaz de detectar esta luna durante su sobrevuelo de Urano en 1986, lo que demuestra que incluso las misiones más emblemáticas tienen limitaciones que ahora pueden ser superadas con nuevas tecnologías.
El descubrimiento de S/2025 U1 tiene varias implicaciones científicas. En primer lugar, sugiere que podrían existir más lunas pequeñas orbitando Urano que aún no han sido detectadas. Esto abre la puerta a futuras investigaciones que podrían revelar una población oculta de satélites en el sistema uraniano.
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En segundo lugar, el hallazgo proporciona nuevas pistas sobre la evolución dinámica del sistema de Urano. La interacción entre lunas y anillos, así como la distribución de masas y órbitas, puede ofrecer información valiosa sobre los procesos de formación planetaria y sobre cómo los sistemas satelitales evolucionan con el tiempo.
Además, el estudio de lunas pequeñas como S/2025 U1 puede ayudar a comprender mejor la composición y estructura interna de estos cuerpos, lo que a su vez puede arrojar luz sobre las condiciones físicas y químicas que prevalecen en los confines del sistema solar.
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ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL