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Una mujer chilena se volvió viral recientemente en redes sociales luego de publicar un video donde relató su proceso de transformación física debido al uso prolongado de un medicamento recetado comúnmente para tratar enfermedades autoinmunes e inflamatorias como la artritis reumatoide. Sin embargo, el uso extendido de este fármaco la llevó a desarrollar una extraña enfermedad.
El video, que según relata intentó grabar en múltiples ocasiones por la carga emocional que conlleva, busca responder a las múltiples preguntas que ha recibido sobre su cambio físico. Allí explica que, aunque su apariencia se ha modificado, esto no es resultado de un cambio de estilo de vida voluntario, sino consecuencia directa de una enfermedad que apareció como efecto secundario del tratamiento que lleva desde hace varios años.
Se trata del síndrome de Cushing exógeno, un trastorno hormonal provocado por la exposición continua a altas dosis de corticosteroides. En su caso, el origen fue la prescripción de prednisona, un medicamento que comenzó a tomar como parte de su tratamiento para la artritis reumatoide. Esta enfermedad inflamatoria crónica le genera dolores severos que, según cuenta, solo lograban ser aliviados con dosis altas del fármaco.
Durante el primer año tras recibir el diagnóstico de artritis, la mujer pasó por al menos cuatro reumatólogos diferentes. Uno de ellos le indicó una dosis inicial de 5 miligramos de prednisona, lo que, aunque no alivió sus síntomas de manera significativa, sí le causó un leve aumento de volumen en el rostro. Sin embargo, la situación empeoró al llegar a otro especialista, quien le recetó 20 miligramos diarios de prednisona, combinados con 150 miligramos de pregabalina, durante un período de seis meses.
A los tres meses de iniciar este nuevo esquema de tratamiento, notó señales evidentes de cambios físicos: comenzó a desarrollar una protuberancia en la zona superior de la espalda, conocida como "joroba de búfalo", una acumulación de grasa característica del síndrome de Cushing. También notó un abultamiento considerable en el abdomen y llegó a cuestionarse incluso si estaba embarazada, pero luego comprendió que se trataba de una redistribución de la grasa corporal, síntoma típico del exceso de corticoides.
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A estos signos físicos se sumó una rápida ganancia de peso y en apenas tres meses aumentó 30 kilos. La subida no fue progresiva, sino abrupta y difícil de controlar. Ante esta situación, acudió a un endocrinólogo, quien ordenó exámenes de cortisol y ACTH (hormona adrenocorticotrópica). Los resultados confirmaron la sospecha: padecía síndrome de Cushing de origen exógeno, provocado por el uso prolongado de corticoides.
El diagnóstico llegó cuando el cuerpo ya se había adaptado al consumo de corticoides, y según explica, actualmente depende del medicamento para sobrellevar el dolor constante causado por la artritis. "Mi cuerpo se volvió dependiente", expresó en el video. A pesar de estar bajo tratamiento biológico y de recibir hidroxicloroquina como una alternativa terapéutica, no ha sido posible reducir significativamente la dosis de prednisona.
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Actualmente, sigue tomando 15 miligramos diarios, una cantidad que no ha disminuido en los últimos años. "No han logrado encontrar el tratamiento adecuado para controlar mi artritis. Una vez que eso se logre, se podría empezar a bajar la dosis de corticoides", explicó. "Para mí ya es demasiado tarde y mi cuerpo está acostumbrado a tomar corticoides que me ayudan para el dolor".
A lo largo del video, la paciente enfatiza los riesgos asociados con el uso prolongado de estos medicamento y entre los efectos secundarios más importantes menciona la posibilidad de desarrollar diabetes inducida por corticoides, resistencia a la insulina, osteopenia, pérdida de masa muscular y dolor generalizado. En su caso particular, ha llegado a sentir dolor con el simple roce en la piel, describiendo que "me tocas y me duele hasta el hueso".
Ante el prolongado uso de corticoides, se sometió a una densitometría ósea para evaluar la salud de sus huesos. Los resultados mostraron que sus rodillas son las zonas más afectadas, estando al borde de desarrollar osteopenia. Esto, sumado a los otros síntomas físicos, ha cambiado radicalmente su calidad de vida y actualmente se encuentra bajo tratamiento con adalimumab, un medicamento biológico que se administra mediante inyección. Espera iniciar pronto su segundo tratamiento biológico en noviembre, ya que el primero no logró estabilizar los síntomas de su artritis.
A pesar de la gravedad del diagnóstico, mantiene la esperanza de revertir algunos de los efectos del síndrome. Relató también que durante un periodo en el que logró bajar la dosis de corticoides de 20 a 10 miligramos y recibió tratamiento biológico, experimentó una reducción de peso considerable. En ese entonces, pasó de pesar 122 a 107 kilos tras regresar de un viaje, lo cual atribuye a una disminución en la inflamación y la retención de grasa asociadas al síndrome.
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Finalmente, la mujer concluyó en el video la importancia de no mantener tratamientos con corticoides por periodos prolongados sin una evaluación constante. "Si te recomiendan corticoides por mucho tiempo, cambia de doctor", advirtió. Además, reconoció que algunos pacientes pueden quedar atrapados entre el dolor crónico y los efectos secundarios del tratamiento.
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co