Un joven delfín lucha de manera frenética por huir del asedio de un grupo de buzos decididos a darle captura. La madre del animal se interpone en el camino de los cazadores e intenta rescatar a su cría. Así comienza esta escena, dura por cierto, captada en la ciudad costera de Taiji, en Japón.
Los buzos son, en realidad, cazadores a sueldo. Persiguieron a los delfines durante cinco días y lograron llevarse unos trescientos ejemplares, según la denuncia de Liz Carter, que los grabó.
¿Qué hacen con ellos? Los que sobreviven son vendidos a acuarios de Asia para convertirse en atracciones para los humanos. En resumen, terminan sus días en cautiverio.
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Y sobre el delfín joven con el que comenzó esta historia, no logró escapar. Los buzos lo separaron de su madre.
No hubo final feliz, pero sí una invitación a reflexionar sobre lo que la humanidad considera “entretenimiento”.
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