Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Como cada domingo, en este capítulo de Los Informantes presentamos tres grandes historias: el doloroso relato de un padre que perdió a su hija en bombardeo del Ejército en Guaviare y la tragedia del reclutamiento infantil; el lado oscuro y peligroso del coltán, un negocio que financia grupos armados y en medio del desierto de la Tatacoa, un campesino encontró una pieza capaz de desentrañar el misterio de un animal prehistórico: el ave del terror.
Caren Cubillos tenía solo 13 años cuando el conflicto armado en Colombia truncó su vida. Según su familia, era una niña alegre, llena de ilusiones, que soñaba con salir adelante para ayudar a sus papás. Fue uno de los siete menores que murieron el pasado 10 de noviembre en el bombardeo del Ejército contra las disidencias, que reclutan y usan a niños como carne de cañón.
La menor fue reclutada de manera forzada por las disidencias de las Farc. En medio de su tragedia, su padre Rúber confesó sentirse culpable y afirmó: "Me siento culpable, por una parte, ella me pide ayuda de que la saque y no pude. No pude sacarla, ni aun pidiéndole ayuda al Estado”.
Según Naciones Unidas, entre 2019 y 2024 más de 1.200 menores fueron reclutados para la guerra en Colombia. Ese dato corresponde únicamente a casos verificados, lo que significa que el número real podría ser mayor.
Publicidad
El coltán es una serie mineral compuesta por dos elementos clave: columbita y tantalita, esencialmente un óxido de tantalio. Su gran valor se debe a los metales que contiene, esenciales para la tecnología moderna por su alto punto de fusión. Además, estos elementos son clave en la fabricación de armamento avanzado.
La Orinoquía colombiana, ubicada en la frontera con Venezuela, se ha convertido en una zona donde la minería ilegal del coltán opera como una bomba de tiempo. Este mineral está en el centro de una disputa que no solo amenaza con agudizar el conflicto interno en el país, sino que también amenaza con destruir la Tierra.
Publicidad
La minería ilegal de coltán y oro se ha transformado en una crucial fuente de ingresos para grupos armados, un negocio ilícito y difícil de rastrear, perfecto para financiar estructuras criminales en la frontera.
Hace 13 millones de años, el desierto de la Tatacoa era un paisaje selvático, más parecido al Amazonas, con ríos caudalosos, frondosos árboles y depredadores gigantes.
En sus aguas se movía el purussaurus, un cocodrilo de más de 10 metros, mientras en la tierra reinaba el temible ave del terror, un ave de tres metros de altura. Durante décadas, los científicos buscaron pruebas de su existencia en Colombia, pero fue un campesino quien finalmente encontró la prueba reina.
Las piezas reposan en La Tormenta, un pequeño museo construido únicamente por César Perdomo, un campesino nacido hace 45 años en esta tierra árida. Bajo ese lugar existen varios tesoros que la ciencia todavía no conoce, entre ellos, pedazos de la existencia del ave del terror.
Publicidad