Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El panadero colombiano Manolo Betancur, propietario de Manolo’s Bakery en Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos, se convirtió en noticia internacional al tomar una decisión drástica en medio de la ofensiva migratoria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS): cerró temporalmente las puertas de su negocio. La acción, que Betancur explicó en una entrevista con Café CNN, fue una respuesta directa a las detenciones violentas que presenció frente a su local.
Esta medida se da tras la crudeza de la lucha antiinmigrante. Betancur relató el impacto de la escena que lo llevó a cerrar el negocio de panadería que ha sido un símbolo de esperanza. Él contó que nunca imaginó ser testigo de tales eventos: "Estaba caminando al frente de mi panadería y, en cuestión de tres o cuatro minutos, aparecieron tres carros encubiertos, o sea, salieron agentes, personas vestidas con uniforme militar y tiraron al piso las personas que estaban caminando en la acera. En cuestión de minutos se los llevaron, desaparecieron".
Este acto impulsó a Betancur a preguntarse sobre su propia seguridad y la de sus clientes. "¿Qué tal si sucede eso conmigo? Primero me van a tirar al piso, me van a lastimar. Y después iba a tener yo la oportunidad de decir que yo soy ciudadano americano. No está correcto cómo se están haciendo las cosas".
El panadero, que llegó a Estados Unidos con solo 900 dólares en el bolsillo y se convirtió en ciudadano, dueño de tres negocios y empleador de casi 35 personas, afirmó que no quería ser un instrumento del sistema: "No quiero ser yo cómplice, partícipe de la separación de padres y madres de sus hijos por parte de este sistema. No quiero arriesgar a mis clientes". Insistió en la inhumanidad de la situación, señalando que los procesos de separación de familias son “inhumanos e inaceptables”. Para Betancur, el riesgo era inminente, ya que no se estaban enfocando en criminales: "No persiguen a criminales. Persiguen a panaderos como yo".
Sobre la reapertura de Manolo’s Bakery, el dueño explicó a CNN que era algo que se decidía "un día a día". A pesar del temor, recibió apoyo de la comunidad, con "posters y afiches afuera de gente que me dice que nos quiere y que somos importantes para este país".
La decisión radical de Betancur de cerrar su local para proteger a su comunidad es coherente con la filosofía que ha regido su vida como activista. Los Informantes conoció en el 2024 la historia de este hombre que transformó el pan en un mensaje de amor y resistencia.
Publicidad
Manolo Betancur ha sido reconocido como el 'Héroe del Pan', un galardón que le ha sido otorgado por una organización a nivel mundial desde Inglaterra, así como por una organización comunal en Ucrania por su ayuda humanitaria.
La vida de Manolo está llena de ironías. La más destacada es que este aclamado panadero, que ha llevado su oficio a las trincheras, perdió el sentido del olfato hace muchos años debido a un golpe. A los 15 años, en sus entrenamientos de taekwondo, le reventaron la nariz tres veces. Acerca de no poder oler el "potente aroma" que sale de su horno cada mañana, Betancur declaró: "No tengo sentido el olfato yo tengo sabor, pero no tengo olfato".
Publicidad
Sin embargo, él entiende la esencia espiritual del pan. Él lo ve como el mensaje más más grande que existe en la humanidad de amor que nos recuerda una semilla tiene que morir para dar vida. Para Manolo, esto implica sacrificio: el trigo debe morir para convertirse en harina, que, con agua, pasa por 400 grados Fahrenheit para formar un pan que "nos da vida a nosotros y nosotros tenemos que morir para darle vida a otros".
Manolo Betancur nació en El Carmen de Viboral, Antioquia. Su familia, sin embargo, estaba lejos de la fama de las cerámicas. Su abuelo fundó la primera funeraria del pueblo. Durante el conflicto armado, el negocio se vio obligado a asistir a todos los bandos. La presión se hizo insostenible cuando le pidieron dinero a su padre, lo que resultó en una bomba colocada en el negocio familiar, forzando a sus padres a irse como desplazados.
Siendo niño, Manolo vio un afiche del Buque Gloria en Medellín y soñó con navegar en él, un sueño que cumplió al convertirse en oficial de la Armada de Colombia. Su carrera militar lo llevó a navegar por casi 12 países en el Caribe. En esa época, se enfrentó a la guerrilla, y recuerda un tiroteo durante un desfile de primeras comuniones.
Antes de la panadería, Betancur fracasó en al menos ocho o nueve negocios, incluyendo esmeraldas, artesanías y carros antiguos usados. Llegó a Estados Unidos y, en 2005, comenzó a trabajar en la panadería de sus suegros, que con el tiempo se volvió suya. A pesar de manejar cuatro negocios y emplear a 70 personas, vive una de las grandes contradicciones del sueño americano: compró sus juguetes soñados, como su propio velero, pero no tiene tiempo para usarlos.
Manolo’s Bakery está ubicada en Central Avenue en Charlotte, la calle más cosmopolita de la ciudad. La panadería se ha convertido en un centro de resistencia. Manolo enfatiza que, al iniciar los recorridos en su negocio, hay que empezar desde afuera porque “aquí no solamente se vende pan aquí se vende felicidad y esperanza”.
Publicidad
Su activismo ha luchado directamente contra leyes racistas. De hecho, la panadería fue fundamental para poner fin a una ley de separación familiar en Charlotte que era "racista y antiinmigrante". Betancur explica que su panadería es un centro de esperanza para los inmigrantes, pero también un blanco: “La panadería es un centro de esperanza para la comunidad inmigrante, pero también nos hemos convertido en un punto de rebelión para los que no gustan de los inmigrantes, para los racistas”.
Su inmersión en la política demócrata comenzó cuando un compañero de su hijo le dijo que Donald Trump sacaría a los inmigrantes, haciendo llorar a su niño por miedo a perder a sus padres. "Ese mismo día llegué a la casa delante el teléfono y me metí al partido demócrata". A los pocos meses, se convirtió en el presidente del partido demócrata hispano.
Publicidad
Durante la administración Trump, viajó a la frontera para ver los centros de detención. A pesar de su éxito, es crítico con su país de acogida, reconociendo: “Estados Unidos tiene muchas cosas bonitas, pero no es perfecto”.
La violencia experimentada en Colombia impulsó a Betancur a actuar ante la Guerra de Ucrania. Inicialmente pensó en ir como soldado, pero reconsideró su enfoque. Su ayuda sería más efectiva a través del pan: "si ayuda una panadería la gente va a tener pan y si tiene pan en el estómago el espíritu está vivo porque los espíritus se doblegan cuando no tiene hambre".
Su movilización fue casi inmediata. La guerra comenzó el 22 de febrero, y en "tres o cuatro días ya habíamos recogido $10.000". Después, se alió con un pastor misionero, y en el primer viaje llevaron "casi un millón de dólares".
Manolo ha viajado tres veces a Ucrania para reconstruir panaderías bombardeadas. En Bucha, encontraron un local afectado por un misil donde los oficiales rusos dormían y guardaban municiones. Allí, él y su equipo construyeron un nuevo horno que funciona con leña debido a la constante falta de electricidad. Incluso utilizan "las cajas de la munición para hacer el pan". Sus viajes han sido riesgosos, habiendo pasado por "siete retenes" donde la gente no podía entender su propósito.
A pesar de las críticas en redes sociales que sugieren que se enfoca en otros países antes que, en su país natal, Manolo aclara que lleva 24 años ayudando a Colombia.
Publicidad
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Los Informantes.