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El Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), emitió una alerta por tormenta geomagnética de nivel G3. Esta clasificación corresponde a un evento con capacidad de generar perturbaciones en sistemas tecnológicos terrestres y espaciales. La alerta se mantiene vigente para el día 7 de noviembre, con una vigilancia adicional para el 8 de noviembre, cuando se espera el arribo de una segunda eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés).
La tormenta solar que se aproxima a la Tierra tiene su origen en una serie de eventos solares registrados durante los primeros días de noviembre. El 4 de noviembre, el Sol emitió una llamarada solar de clase X1.8, seguida por otra de clase X1.1. Estas emisiones fueron detectadas por el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA y por instrumentos del SWPC. Las llamaradas solares de clase X representan el nivel más alto en la escala de intensidad de estos fenómenos.
Ambas llamaradas estuvieron acompañadas por eyecciones de masa coronal. Estas son nubes de plasma y campos magnéticos que se desplazan desde la atmósfera solar hacia el espacio. Cuando estas estructuras se dirigen hacia la Tierra, pueden interactuar con el campo magnético del planeta y generar tormentas geomagnéticas.
La NOAA clasifica las tormentas geomagnéticas en una escala que va desde G1 (menor) hasta G5 (extrema). La tormenta prevista entre el 6 y 7 de noviembre ha sido clasificada como G3, lo que indica un nivel fuerte. Esta categoría implica la posibilidad de fluctuaciones en redes eléctricas, interferencias en comunicaciones por radio de alta frecuencia, errores en sistemas de navegación por satélite y efectos sobre satélites en órbita.
Además, la NOAA ha emitido una vigilancia de nivel G2 para el 8 de noviembre. Esta segunda alerta corresponde a una tormenta de intensidad moderada, asociada a una segunda CME que se desplaza a menor velocidad y que podría impactar parcialmente la magnetósfera terrestre.
Cuando una CME alcanza la Tierra, el primer contacto se produce con el frente de choque, una onda de presión que precede a la nube de plasma. Este impacto inicial puede generar una respuesta geomagnética inmediata. Posteriormente, la llegada del campo magnético contenido en la CME puede intensificar la actividad geomagnética, especialmente si su orientación es opuesta al campo magnético terrestre.
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La intensidad final del evento depende de varios factores: la velocidad de la CME, su densidad, la orientación de su campo magnético y la duración de su interacción con la magnetósfera. Estos parámetros se determinan mediante observaciones realizadas por satélites ubicados en el Punto Lagrange 1 (L1), a aproximadamente 1.6 millones de kilómetros de la Tierra.
G3 Watch in effect for the 6 & 7 Nov UTC-days due to CME arrival, which may be as early as Thursday evening EST to mid-morning of Friday. Please read the full story at https://t.co/GmdrqCEror for full details. And as always, stay aware with NOAA SWPC at https://t.co/TV7Yw6LXRw pic.twitter.com/d5w2ALMbWn
— NOAA Space Weather Prediction Center (@NWSSWPC) November 5, 2025
Los efectos de una tormenta geomagnética de nivel G3 pueden manifestarse en distintos sectores. En el ámbito de las telecomunicaciones, se anticipan interrupciones en las comunicaciones por radio de alta frecuencia, especialmente en las regiones del planeta que se encuentren iluminadas por el Sol al momento del impacto. Estas interrupciones pueden afectar a aeronaves, embarcaciones y servicios de emergencia que dependen de estas frecuencias.
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En cuanto a los sistemas de navegación, se prevén errores en la precisión de los sistemas GPS, tanto en aplicaciones civiles como militares. Las señales de navegación de baja frecuencia también podrían experimentar alteraciones temporales.
Las redes eléctricas, especialmente en latitudes altas, podrían registrar fluctuaciones de voltaje. Estas variaciones pueden afectar transformadores y otros componentes de la infraestructura eléctrica. En casos extremos, se han documentado apagones regionales como consecuencia de tormentas geomagnéticas intensas.
Los satélites en órbita terrestre baja podrían enfrentar un aumento en la fricción atmosférica debido a la expansión de la atmósfera superior, lo que puede alterar sus trayectorias. Además, los sistemas electrónicos a bordo de estos dispositivos pueden verse afectados por la radiación solar.
Uno de los efectos visuales asociados a las tormentas solares es la aparición de auroras polares. Estas se producen cuando las partículas cargadas provenientes del Sol interactúan con la atmósfera terrestre. Durante eventos de mayor intensidad, las auroras pueden ser visibles en latitudes más bajas de lo habitual. Según los pronósticos del SWPC, las auroras podrían observarse en regiones del norte de Estados Unidos, incluyendo estados como Oregón, Iowa y Nebraska. La visibilidad dependerá de factores como la nubosidad, la contaminación lumínica y la intensidad real del evento.
Las autoridades no han emitido recomendaciones específicas para la población general, dado que las tormentas solares no representan un riesgo directo para la salud humana en la superficie terrestre. La atmósfera y el campo magnético del planeta actúan como barreras naturales frente a la radiación solar.
Sin embargo, se sugiere a los usuarios de dispositivos que dependen de señales GPS o de comunicaciones por radio estar atentos a posibles interrupciones. En el caso de los operadores de aeronaves y embarcaciones, se recomienda seguir las instrucciones de los centros de control correspondientes.
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Las tormentas solares han sido objeto de estudio desde el siglo XIX. Uno de los eventos más documentados es el ocurrido en 1859, conocido como el Evento Carrington. En esa ocasión, una CME impactó la Tierra con tal intensidad que provocó fallos en los sistemas telegráficos de la época y generó auroras visibles en regiones cercanas al ecuador.
En tiempos recientes, se han registrado tormentas de nivel G4 y G5 que han causado interrupciones en redes eléctricas y en sistemas de navegación. En mayo de 2024, una tormenta de nivel G5 afectó infraestructuras en América del Norte y Europa, generando cortes de energía y fallos en satélites de comunicaciones.
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ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL