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Un marinero que trabajaba en un carguero cayó en aguas del Pacífico sur por accidente. El esfuerzo para llamar la atención de sus compañeros fue en vano; el barco siguió y él quedó a la deriva, sin contar siquiera con un chaleco salvavidas.
El hijo de Viram Perevertilov contó a medios de Nueva Zelanda la historia de su padre. El hombre observó que algo flotaba en medio del mar y decidió acercarse nadando. Afortunadamente para él, se trataba de una boya de barco.
Aferrado a este pedazo de basura marina pasó la noche el marinero, que vio una segunda oportunidad para vivir tras 16 horas a la deriva.
(Puede ver: Abrazando una boya por horas, hombre se salvó de morir ahogado en el océano)
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La tripulación del barco para la que trabajaba se dio cuenta de su ausencia y el capitán decidió que debían regresar para rescatar a su compañero. Otros barcos fueron alertados y hasta la Armada de Francia, los cuales se unieron a la búsqueda.
Aunque hubo solidaridad, fue su propio barco quien lo halló: en cuanto vio que estaba cerca, Perevertilov sacó sus últimas fuerzas para gritar y corrió con la suerte de ser escuchado.
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Marat, el hijo de este suertudo marinero, también cree que el estado físico de su padre le ayudó a no desfallecer en medio del mar, cuando todo parecía perdido.