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Concilio cadavérico: el día en que desenterraron a un papa muerto para juzgarlo en un tribunal

Los aterradores hechos se presentaron hace más de mil años, durante una fuerte crisis que enfrentaba la Iglesia Católica. Quien encabezaba la institución religiosa para entonces decidió desenterrar al papa Formoso como signo de humillación y venganza.

Papa Formoso
La pintura 'El papa Formoso y Esteban VI', de Jean-Paul Laurens, en 1870, hizo inmortal esta cruda escena. -
Foto: Getty Images

La Iglesia Católica es casi tan antigua como la historia de nuestra era. Esta institución se ha tenido que adaptar a diferentes eventos que marcaron el rumbo de la humanidad y, por la misma razón, estuvo muy relacionada con el poder monárquico en diferentes territorios de Europa. Esta cercanía entre reyes y papas, en ocasiones, se prestaba para que se desarrollaran fuertes pugnas y rivalidades que derivaron en guerras o fragmentaciones imperiales.

Para ese entonces, y en medio de la fuerte división política que se presentaba entre las diferentes familias aristocráticas de Europa, el papa más allá de ser un líder espiritual era fundamental para legitimar gobiernos, por lo que obtener el respaldo del sumo pontífice era prácticamente equivalente a poseer una fuente de legitimidad política fundamental para reyes y emperadores. Formoso, nombrado papa en 891, no escapaba de este juego estratégico. Aunque el hombre fue considerado como un religioso de gran santidad y muy piadoso, también respondió a las rivalidades entre las diferentes familias aristocráticas de la zona, según relatan documentos de la época.

Una vez llegó a la silla del máximo líder espiritual de la Iglesia, Formoso se caracterizó por ser un marcado opositor de los spoletanos, una familia aristocrática que, representada en el duque Guido III de Spoleto y su hijo Lamberto, buscaban dominar Roma y coronarse como emperadores durante la crisis provocada por la desintegración del Imperio Carolingio. Por esta razón, Formoso nombró emperador a Arnulfo de Carintia, rey de los francos orientales, en 896.

Si bien se esperaba que de este nombramiento la oposición a los spoletanos se hiciera más grande y el juego de poder cambiara, Arnulfo de Carintia se enfermó al poco tiempo de recibir este nombramiento y se retiró junto a su ejército. El papa Formoso murió sin cumplir con su objetivo y la llegada de los spoletanos, quienes mantenían una insaciable sed de venganza, no se hizo esperar. A la Iglesia, tras el deceso de Formoso llegó Bonifacio VI, quien murió solo a los diez días de haber ocupado el cargo.

Basílica de San Pedro
Basílica de San Pedro. -
Getty Images

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El regreso del duque Guido III y el inicio del juicio contra un papa muerto

Al morir Bonifacio VI, la Iglesia eligió al papa Esteban VI, un líder religioso que, contrario a Bonifacio y Formoso, favorecía los intereses del duque Guido III y su hijo. Por esta razón, tan pronto ocupó el trono de la Iglesia optó por iniciar una macabra venganza que quedó documentada en la historia del catolicismo y, aún después de más de 1.000 años, sigue sorprendiendo a quienes conocen esta aterradora historia.

Como muestra de humillación, una de las primeras decisiones de Esteban VI consistió en hacerle un juicio al papa Formoso, quien ya había muerto. Pasados solo nueve meses desde su llegada a la Iglesia , el sumo pontífice ordenó desenterrar al difunto religioso, vestirlo con su atuendo papal y sentarlo en una silla para someterlo a un juicio en el tribunal.

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El cuerpo de Formoso, detallan escritores de la época, se encontraba en un alto grado de descomposición. Su cadáver fue amarrado a la silla en la que se encontraba para no desvanecerse y desprendía un fétido olor. Como si fuera poco, el cuerpo del difunto era acompañado por un juez que debía defenderlo y darle voz, pero que poco pudo hacer frente a la presión del nuevo pontífice que respaldaba los objetivos del duque Guido.

A Formoso, ya fallecido, se le acusó de haber violado el derecho canónico y haber usurpado el trono de San Pedro . Le dijeron que había roto juramentos sagrados y que, por la invalidez de su papado, todas las decisiones que tomó como sumo pontífice no eran válidas. Posteriormente, el papa Esteban VI ordenó cortarle sus dedos con los que daba la bendición y finalmente pidió arrojar su cadáver descompuesto al río Tíber para eliminar también su memoria.

Pero la suerte de Esteban VI no fue muy buena. Una vez llevó a cabo este macabro juicio, muchos de los fieles lo consideraron como un líder vengativo que se oponía a los ideales de la Iglesia. El líder fue apresado y encerrado en una celda, hasta que falleció por causas violentas en 897. Tras su muerte y la llegada de nuevos sucesores, se ordenó recuperar el cadáver de Formoso del río al que fue arrojado y volver a dejar sus restos en el sepulcro del que fue retirado. Desde entonces, la Iglesia prohibió los juicios póstumos.

JULIÁN CAMILO SANDOVAL
NOTICIAS CARACOL DIGITAL
JSANDOVAL@CARACOLTV.COM.CO