El Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó que el acoso en línea de un hombre a una cantante country solo podía considerarse amenazador si él tenía conciencia de su impacto en la destinataria. El alto tribunal anuló una condena impuesta en Colorado (oeste) a Billy Counterman por los miles de mensajes enviados a través de Facebook a la cantante Coles Whalen entre 2014 y 2016.
La primera enmienda, que garantiza la libertad de expresión, "no protege" las "verdaderas amenazas de violencia" puesto que son "delitos que se pueden castigar", recordó la magistrada Elena Kagan.
Pero el acusado debe "ser consciente de la naturaleza amenazadora de sus declaraciones", añadió.
Los fiscales no tienen que probar que el acusado "tenía la intención" de amenazar, pero sí que "ignoró conscientemente un riesgo sustancial de que sus comunicaciones pudieran ser percibidas como amenazas violentas", estimó el tribunal, que pidió que se reabra el caso de Billy Counterman.
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Entre 2014 y 2016 este habitante de Colorado envió miles de mensajes a través de Facebook a la cantante Coles Whalen, en los que se leía por ejemplo "muérete, no te necesito", y abría nuevas cuentas cada vez que ella le bloqueaba.
Según los abogados de la cantante, estos mensajes "oscilaban entre lo extraño, lo insensato, lo agresivo y lo amenazante" y "su hostilidad no hacía más que aumentar con el tiempo".
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La joven empezó a asustarse y a cancelar conciertos. "Me aterrorizaba la idea de que me siguieran y me atacaran, no tuve más remedio que aparcar mi carrera", explicó en un comunicado.
En 2016 puso una denuncia y Billy Counterman, que ya había sido procesado por acoso, fue detenido.
Fue condenado a cuatro años y medio de cárcel pero recurrió invocando la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que garantiza la libertad de expresión.
Billy Counterman "padece una enfermedad mental y pensó que (la cantante) mantenía correspondencia con él a través de otros sitios web. No comprendió que la estaba amenazando y no era su intención hacerlo", alegaron sus abogados.
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Asociaciones de periodistas y grupos de defensa de los derechos civiles, como la poderosa ACLU, se pusieron de su lado, por miedo a un riesgo de "persecución infundada" o de "censura" si los tribunales se limitaban a valorar los sentimientos de los destinatarios de los mensajes.
Las asociaciones de lucha contra la violencia doméstica advirtieron, por el contrario, que esta interpretación de la ley podría complicar la protección de las víctimas.
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En la vista judicial, el representante de Colorado señaló que el 90% de los feminicidios estuvieron precedidos por episodios de acoso en línea.
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