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En Hampshire, Inglaterra, una mujer ha convertido el papel en parte esencial de su dieta diaria. Yaz Chapman, de 34 años y madre de cuatro hijos, confiesa que desde 2015 no puede pasar un día sin masticar hojas tamaño A4, cartas del buzón e incluso facturas oficiales.
Actualmente, su consumo llega a unas 10 hojas de papel al día, un hábito que ella describe con naturalidad: “Doblo el papel por la mitad, lo rompo en tiras, lo guardo en mi bolsillo y luego lo mastico como si fuera espagueti”. Lo que para muchos suena como una extravagancia peligrosa es, en realidad, el resultado de un trastorno conocido como 'pica', caracterizado por provocar antojos de sustancias no comestibles.
Yaz fue diagnosticada con este síndrome desde los cuatro años, cuando sus padres quedaron alarmados porque la niña intentó ingerir talco, tiza y hasta gel de sílice —las pequeñas bolitas que absorben humedad en los empaques—.
El primer contacto consciente de Yaz con el papel ocurrió durante su primer embarazo, en 2015. Entonces, los antojos se intensificaron y el papel se convirtió en una especie de “delicatessen” para ella. Asegura que su cuerpo lo pide con la misma fuerza con la que alguien desea una barra de chocolate. “Cuando llegan cartas importantes a mi puerta, en lugar de tirarlas, me las como. Suena loco, pero es la realidad”, explica.
Su obsesión incluso la hace esperar con ansias la llegada del cartero cada mañana y, aunque ha probado con papel comestible —el que suele usarse en repostería—, dice que no logra saciarla. Solo los productos no diseñados para el consumo humano le dan la sensación que busca.
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Para Yaz, el papel no es solo un antojo, también un universo de sabores y texturas. “Ciertos papeles tienen diferente sabor y textura. Algunas hojas son demasiado brillantes, demasiado gruesas o tienen un gusto extraño si llevan mucha tinta, pero si es una carta escrita a máquina, entonces me la como”, cuenta.
Durante sus embarazos fue más cuidadosa, revisando ingredientes de tintas y evitando riesgos para sus bebés. Incluso llegó a pedir papel por internet, para tener un “suministro más seguro”.
Aunque insiste en que no ha sufrido problemas médicos graves, reconoce que su hábito la obliga a tomar precauciones. Bebe abundante agua para prevenir el estreñimiento y trata de no excederse. “La principal preocupación es no estreñirse, así que si he comido mucho papel, beberé mucha agua para mantenerme hidratada”.
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Los especialistas advierten que la 'pica' puede estar relacionada con deficiencias nutricionales —particularmente de hierro, zinc o calcio—, así como con condiciones como el autismo o ciertos problemas de aprendizaje. Yaz, de hecho, está a la espera de una evaluación para determinar si está dentro del espectro autista, un diagnóstico frecuente en quienes presentan este trastorno.
De niña, recuerda, tenía deficiencias de hierro y calcio debido a una dieta limitada, aunque durante sus embarazos las pruebas médicas mostraban que sus niveles estaban en orden. Aun así, los antojos nunca desaparecieron. De hecho, en su más reciente embarazo tuvo antojos de relleno de polietileno, papel de liar cigarrillos y piedra dental.
Mientras para ella es una rutina cotidiana, para quienes la rodean resulta una excentricidad difícil de comprender. No obstante, su caso pone sobre la mesa un tema importante: la 'pica', lejos de ser solo una curiosidad viral, es un trastorno que puede afectar la salud de quienes lo padecen y que requiere acompañamiento médico.
Yaz, por su parte, convive con sus antojos con un tono entre la resignación y el humor. No considera que su hábito defina su vida, pero tampoco lo esconde. Para ella, el papel es simplemente “su dulce favorito”.
Según portales médicos de referencia como Merck Manuals y MedlinePlus, la pica es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por la ingestión persistente de sustancias que no son alimentos como tierra, papel, tiza, entre otros, durante al menos un mes, en personas cuya edad o contexto no justificarían ese comportamiento.
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En muchos casos, la pica está asociada a deficiencias nutricionales — especialmente de hierro o zinc — trastornos del desarrollo, embarazo o factores psicológicos. Si bien para algunos puede no causar daños inmediatos, puede provocar complicaciones graves como obstrucciones digestivas, intoxicaciones (por ejemplo, por plomo) o infecciones parasitarias.
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