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Niño de 12 años murió tras contraer parásito devorador de cerebros en un lago

En cuestión de días, luego de disfrutar nadando en un lago con su familia, el niño empezó a presentar los primeros síntomas.

Niño que murió por parásito come cerebros
El menor de 12 años contrajo el parásito en un paseo familiar -
Foto: Facebook

Jaysen Carr tenía 12 años y durante el verano vivió un día familiar divertido en el que visitaron un lago; sin embargo, nadie pensó que esto terminaría con su vida poco después. Su muerte, repentina y devastadora, fue causada por un enemigo invisible que habita en aguas dulces y cálidas, una ameba microscópica que puede destruir el cerebro humano en cuestión de días.

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La historia comenzó a mediados de julio, cuando Jaysen decidió nadar en el lago Murray, un embalse popular para actividades recreativas. Días después, comenzó a sentirse débil, mareado y presentó fiebre, dolor de cabeza y vómitos. Sus síntomas parecían los de una gripe fuerte, pero escondían una amenaza mucho más letal. El 18 de julio, tras una rápida y desesperada batalla médica, el corazón de Jaysen dejó de latir. Los médicos confirmaron lo impensable, había contraído Naegleria fowleri, una ameba que, al ingresar por la nariz, viaja al cerebro y causa una infección conocida como meningoencefalitis amebiana primaria (MAP), casi siempre mortal.

¿Qué es este parásito?

La doctora Anna-Kathryn Burch, especialista del hospital infantil Prisma Health de Midlands, explicó a The Mirror que la Naegleria fowleri es común en aguas dulces y templadas del sureste de Estados Unidos y que su presencia se intensifica en verano, cuando las temperaturas suben y los niveles de agua bajan.

Aunque el número de casos es bajo, menos de 10 al año en todo Estados Unidos, según los CDC, las consecuencias son devastadoras. Desde 1962 hasta 2024 se han registrado 167 casos, con solo cuatro sobrevivientes. La enfermedad progresa rápidamente y suele causar la muerte entre uno y 18 días después del inicio de los síntomas.

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"Nuestros corazones están rotos. Jaysen amaba el béisbol, el fútbol, la cocina... era un alma luminosa. Esperamos que su historia sirva para crear conciencia”, escribió la familia del niño de 12 años de Carolina del Sur, Estados Unidos, en redes sociales, advirtiendo a los internautas sobre este parásito presente en los lagos de ese país. La familia Carr, en medio del dolor, ha comenzado una campaña para que se promueva más educación sobre los riesgos asociados a nadar en aguas dulces durante el verano. “Si su historia puede evitar otra tragedia, entonces algo bueno puede salir de todo este sufrimiento”, escribieron.

La Naegleria fowleri vive en lagos, ríos y estanques de agua dulce, y también ha sido detectada, en raras ocasiones, en agua del grifo no tratada adecuadamente. La mayoría de las personas que entran en contacto con ella no se enferman, pero el riesgo aumenta si el agua entra por la nariz, como al sumergirse o al realizar lavados nasales con agua no esterilizada.

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De hecho, otra muerte por esta misma causa ocurrió en 2024 en Texas, donde una mujer de 71 años se contagió tras utilizar agua del grifo para enjuagarse los senos nasales. Los expertos recomiendan hervir el agua o utilizar soluciones salinas esterilizadas cuando se realizan estos procedimientos.

Recomendaciones para evitar ser víctima de esta ameba

La noticia de la muerte del menor ha generado alerta en Estados Unidos, pero los especialistas insisten en que la infección por Naegleria fowleri sigue siendo extremadamente rara. Existen medidas simples que pueden ayudar a reducir el riesgo:

  • Evitar que el agua dulce entre por la nariz durante actividades recreativas.
  • No remover sedimentos del fondo en lagos o estanques.
  • Usar pinzas nasales si se va a nadar en agua templada.
  • No usar agua del grifo para enjuagues nasales, a menos que esté hervida, destilada o esterilizada.
  • Secar completamente los dispositivos de irrigación nasal entre usos.

Además, los expertos advierten que el cambio climático podría expandir el hábitat de la ameba hacia zonas antes consideradas seguras, como partes de Europa. La temperatura global al alza convierte a estos organismos en una amenaza emergente incluso fuera de los trópicos.

MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL

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