

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Tras una intensa sesión de ejercicio, la elección entre una ducha fría o caliente se convierte en un punto clave para la recuperación muscular y el rendimiento. Investigaciones recientes publicadas por le medio especializado VeryWell Health han revelado que ambas opciones ofrecen beneficios distintos, lo que sugiere que la decisión debe alinearse con los objetivos individuales post-entrenamiento de cada persona.
Un análisis publicado el pasado viernes 5 de septiembre y revisado médicamente por Katrina Carter, especialista en nutrición y fitness del Consejo Americano de Ejercicio, subraya que las duchas frías o la inmersión en agua fría puede ser particularmente efectiva para disminuir la inflamación y el dolor muscular. Esta práctica ayuda a reducir la acumulación de creatina quinasa y lactato, sustancias que se forman en los músculos después del ejercicio y contribuyen al dolor muscular de aparición tardía (DOMS por sus siglas en inglés).
Más allá de la recuperación muscular inmediata, la exposición al agua fría ha sido asociada, aunque con evidencia limitada, a otros beneficios para la salud. Estos incluyen la mejora de la sensibilidad a la insulina, la reducción de grasa corporal, el fortalecimiento de la salud cardiovascular y un impulso al sistema inmunológico. Muchas personas también encuentran que las duchas frías ofrecen una sensación vigorizante y refrescante después del esfuerzo físico.
Por otro lado, las duchas calientes o la inmersión en agua caliente actúan incrementando el flujo sanguíneo hacia los músculos. Diversos estudios indican que este aumento de la circulación puede traducirse en una mejora del rendimiento físico, ya sea en el mismo día o al día siguiente. Por esta razón, se recomienda considerar una ducha caliente si se está finalizando un entrenamiento importante previo a una competencia o evento significativo. Además de los beneficios físicos, el agua caliente proporciona una sensación relajante y calmante, lo que puede aportar ventajas para el bienestar mental. La temperatura ideal para una ducha caliente post-ejercicio se establece en aproximadamente 40 grados Celsius, siempre evitando que resulte dolorosamente caliente.
Publicidad
La elección entre una ducha fría o caliente dependerá, por tanto, de los objetivos específicos del deportista. Generalmente, una ducha fría es una excelente alternativa para reducir el dolor muscular y sentirse revitalizado después de una rutina. Sin embargo, la ducha caliente podría ser más apropiada en situaciones donde se busca maximizar el rendimiento, como antes de una competencia al día siguiente o si se realizan múltiples sesiones de entrenamiento en un mismo día.
Más allá de la temperatura del agua, la optimización de la rutina post-entrenamiento incluye otros factores esenciales para una recuperación integral. Es fundamental realizar un enfriamiento adecuado con actividad de baja intensidad, rehidratarse para compensar la pérdida de líquidos por el sudor, consumir proteínas y considerar suplementos como la creatina para apoyar la recuperación muscular, y asegurar un descanso suficiente para permitir que los músculos se reparen y reconstruyan.
Publicidad
ANDRÉS FELIPE ADAMES RESTREPO
NOTICIAS CARACOL