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Durante el 6 y 7 de noviembre de 1985, la prensa fue testigo de excepción de la toma y la retoma del Palacio de Justicia. Las cámaras del curtido reportero gráfico Rafael González registraron cada momento de uno de los momentos más tristes y dolorosos en la historia de Colombia. Los rollos de una de las cámaras que usó para este cubrimiento permanecieron ocultos durante más de tres décadas. En un ejercicio de limpieza, Rafael los encontró en un cajón, los reveló y tras entregar las fotos al Centro de Memoria Histórica se las compartió a Noticias Caracol. En ellas quedaron los rostros de personas que salieron con vida del Palacio y de quienes hoy no se sabe nada.
González recuerda que fue por la radio como el país conoció la noticia en ese momento. Minutos después él estaba en la Plaza de Bolívar. Enfocaba y disparaba su cámara. En su archivo se ven los primeros minutos de la toma: soldados y policías llegaron a la puerta del Palacio. Cualquier pared era una una trinchera. "No podía uno ingresar ahí ni con teleobjetivo ni nada porque todo estaba cubierto, entonces tenía que meterse uno como reportero gráfico a buscar la noticia, a buscar la foto como fuera", le contó a este noticiero.
Con el paso de los minutos, la prensa se concentró en la esquina de la Casa del Florero. "Después de dar varias vueltas por el sector, el sitio más acondicionado era el de la Casa del Florero, en la esquina, porque vimos que el Ejército se había tomado la Casa y lo estaba utilizando como cuartel, digámoslo de esa manera".
Rafael contó que en su cuello tenía dos cámaras. Con una disparaba las imágenes que enviaba a su trabajo y con la otra hizo fotos 100 más, la mayoría hasta hoy se conocen. "Las fotos del periódico o la agencia donde yo trabajaba, yo mandaba los rollos con un mensajero, y con mi otra cámara yo me quedaba tomando mis fotografías, así logré tomar todas esa cantidad de fotografías", le contó a este noticiero, mientras mostraba su archivo.
La forma cómo el Ejercito manejó el rescate y la salida de rehenes está documentada en sus fotografías. "El Ejército hizo un cordón de seguridad porque no nos dejaban pasar de la séptima. Ellos se venían ahí como se ven en las fotografías, entraban a la Casa del Florero y volvían y salían permanentemente, y uno atravesándose a los policías, al Ejército, lograba hacer las fotos que pudiera".
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Imágenes a las que tuvo acceso este noticiero dejan ver que los primeros muertos fueron evacuados a la alcaldía de Bogotá. Hacia el oriente, a la Casa del Florero, llevaban heridos y rescatados. En el archivo de Rafael González se ve una foto de militares cargando fusiles abandonados y evidencia que sus portadores pudieron haber muerto en el Palacio.
"Había un momento en que el Ejército nos hacía desplazar hacia la carrera sexta, y en ese momento llegaban carros del Ejército, sacaban gente de la Casa del Florero y se los llevaban. Después de que volvían a despejar la vía, nos volvían a dejar pasar, pero uno no veía a quién se llevaban ni por qué. Nada, no había nada que hacer", relató el fotógrafo.
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La Casa del Florero fue como un filtro de inteligencia militar. "Como iban metiendo en la Casa del Florero los detenidos, a todo el mundo lo iban metiendo, y allí tenían un registro de identificación, allá identificaban quién es quién, y quién quedaba detenido y quién quedaba en libertad, y los que se llevaban los sacaban por la calle 12".
En una de las fotos aparece el coronel Alfonso Plazas al lado de uno de los rehenes entrando a la Casa del Florero. En ese ejercicio de identificar a los sobrevivientes trabaja hoy el Centro de Memoria, organización a la que Rafael le entregó copia de sus fotos inéditas. "Cuando yo me puse a mirar estas fotos, dije que yo tenía que hacer algo con eso y se me ocurrió lo del Centro de Memoria Histórica, y allá están haciendo un trabajo maravilloso".
Cuando la toma terminó, Rafael no dejó de hacer fotos. Las autoridades hicieron una muralla humana. Como no se vía nada, el fotógrafo se fue hacia la puerta y allí en sus fotos quedaron los generales Vega Uribe y Zamudio Molina. Dentro del Palacio solo había destrucción y muerte.
Rafael dice que reveló los rollos personales días después de la toma y cuando los iba a clasificar lo enviaron a cubrir la peor tragedia que conozca el país: la avalancha de Armero, en Tolima. La situación del Palacio pasó a la historia. De ahí que ese archivo quedó guardado durante décadas.
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"Cuando yo terminé lo del Palacio de Justicia, que fueron 100 muertos, aproximadamente, pudieron ser más o menos, pues ya empezamos durante los dos o tres primeros días en los medios a hablar del asunto, porque la noticia era continua, pero ya se vino lo de Armero y lo del Palacio de Justicia quedó opacado".
"La fotografía es el mensaje más divino, retener la historia, la historia queda ahí en esa fotografía; queda uno ahí de por vida, eso es congelar la historia", afirmó Rafael a la hora de definir lo que pasó ese noviembre en el Palacio de Justicia. "Eso fue un genocidio, de parte y parte. Que se pudo evitar, claro. Pero el Ejército se tomó el Palacio a sangre y fuego, y los guerrilleros sabían que podría suceder eso porque ellos podrían negociar como hicieron en la embajada de República Dominicana, que podía negociar y no hubo tal", agregó.
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