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Tres personas asesinadas y tres más fueron heridas en la masacre ocurrida el 19 de agosto en la finca Villa Claudia, ubicada en la vereda San Ramón del municipio de Mesitas de El Colegio, Cundinamarca. El ataque, perpetrado por sicarios que llegaron en motocicletas, ha sido atribuido a un posible ajuste de cuentas entre organizaciones delictivas, según revelaron fuentes al periódico El Tiempo.
Las autoridades han logrado avances significativos en el caso, gracias a grabaciones de cámaras de seguridad que captaron la ruta de ingreso y escape de los agresores. Las hipótesis que toman fuerza vinculan el crimen con antecedentes judiciales de las víctimas, relacionados con tráfico de armas, drogas y hurto de propiedades rurales.
Cerca de diez cámaras de seguridad ubicadas en la zona permitieron a los investigadores reconstruir los movimientos de los sicarios antes y después del ataque. Estas imágenes han sido clave para entender cómo accedieron al predio y cómo huyeron tras disparar contra los seis integrantes de una misma familia.
Desde el inicio, los investigadores consideraron que el crimen podría estar relacionado con disputas entre estructuras delictivas. Esta hipótesis se fortaleció al descubrir que una de las víctimas tenía vínculos con robos a fincas en municipios cercanos a Bogotá, lo que podría haber desencadenado represalias.
Las autoridades identificaron que algunos de los fallecidos y los heridos presentaban antecedentes judiciales. Entre los delitos figuran homicidio, porte ilegal de armas, tráfico de estupefacientes, concierto para delinquir, hurto y violencia intrafamiliar.
Uno de los fallecidos, Giovanny Javier Chivata Daza, de 44 años, habría sido el líder de una estructura criminal. En 2019 fue capturado en Bogotá por pertenecer a una organización conocida como los 'Avantars', dedicada al hurto. También se le vincula con robos a fincas en Cundinamarca.
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Las víctimas mortales fueron:
Ángel Natalia Vaca Santamaría, de 24 años; Sol Margarita Morales Lara, de 67 años y Giovanny Javier Chivata Daza, de 44 años.
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Los heridos fueron:
Jairo Vélez Rodríguez, de 36 años; Luis Alberto Rodríguez, de 68 años y Claudia Teresa Rodríguez, de 49 años. Todos pertenecían a la misma familia.
Según la reconstrucción de los hechos, los sicarios llegaron al predio preguntando por una supuesta caja fuerte con dinero. Al recibir una respuesta negativa, abrieron fuego. La forma en la que se realizó el ataque refuerza la teoría de que se trató de un acto premeditado.
Un uniformado de la Policía, citado por El Tiempo, explicó: “Los heridos son víctimas de tentativa de homicidio y están vinculados al caso como testigos, pero han sido temerosos en declarar. Por ahora, toda la información que han dado está en análisis”.
Cuatro días después de la masacre, el 22 de agosto, se registró un nuevo homicidio durante la velación de dos de las víctimas en Bogotá. El hecho ocurrió en una sala funeraria del barrio Carvajal, en la localidad de Kennedy.
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Dos hombres armados ingresaron al lugar y asesinaron a Nelson Alberto Rodríguez Morales, de 45 años. Nelson era hijo de Sol Margarita Morales Lara, una de las víctimas de la masacre.
También se está considerando que la masacre podría estar relacionada con el asesinato de Norbey Olivares Rojas, alias el Diablo, un presunto capo del microtráfico en Villavicencio.
Los sobrevivientes del ataque han mostrado resistencia a colaborar con las autoridades.